José
Victoriano Huerta Márquez (Colotlán, Jalisco; 23 de marzo de 1845 – El Paso, Texas; 13 de enero de 1916) fue un ingeniero y militar mexicano, presidente de México entre 1913 y1914.
Huerta nació el 22 de marzo de 1845 en la ranchería del Agua Gorda,
municipio de Colotlán, Jalisco,
hijo de Jesús Huerta Córdoba y María Lázara del Refugio Márquez Villalobos.
Cuando Victoriano tenía quince años, el general Donato Guerra
visitó su ciudad natal y expresó su deseo de contratar a un secretario
particular. Huerta, que sabía leer y escribir, por haber asistido a la escuela
municipal dirigida por el sacerdote del lugar, se ofreció como voluntario. Como recompensa a sus servicios se le
recomendó y concedió una beca para estudiar en el Colegio Militar, donde
obtuvo notas sobresalientes que lo hicieron merecedor de un reconocimiento
especial; el presidente Benito Juárez,
el primer indígena en llegar a la presidencia, lo elogió durante su visita al
colegio para entregar los reconocimientos a los cadetes con las siguientes
palabras:
De
los indios que se educan como usted, la patria espera mucho.
Al graduarse fue comisionado al Cuerpo
de Ingenieros y se desempeñó en labores topográficas en la región de Puebla y el Estado de Veracruz, donde conoció a Emilia Águila,
con quien se casó el 21 de
noviembre de 1880 en la Ciudad de México4 y con quien tendría once hijos. Los
nombres de sus hijos vivos al momento de fallecer Huerta eran Jorge, María
Elisa, Víctor, Luz, Elena, Dagoberto, Eva y Celia.
Para el año de 1890 Huerta había alcanzado el grado de
coronel y siete años más tarde comenzaría una larga trayectoria en el combate a
las rebeliones indígenas que se generaban por todo el país. En diciembre de 1900combatió a los yaquis en Sonora y en 1902 a los mayas en Yucatán y Quintana Roo. Durante su estancia en el sureste
desarrolló cataratas,
una enfermedad que lo acompañaría el resto de su vida
Tras concluir su campaña en la Península de Yucatán Huerta recibió el grado de general
brigadier, la Medalla al Mérito Militar y fue nombrado miembro de la Suprema
Corte Militar de la Nación gracias a los esfuerzos de su amigo el general Bernardo
Reyes, ex gobernador de Nuevo León y secretario de Guerra y Marina. En 1907 pidió permiso por razones de salud y
visitó a Reyes en Monterrey,
ciudad donde trabajó como jefe de Obras Públicas dos años y medio aplicando sus
conocimientos de ingeniería civil en el trazado de las calles, e incluso en la
construcción del Hotel Ancira.
Cuando Reyes fue enviado a Europa en 1909 Huerta decidió regresar a la Ciudad de México y comenzar a impartir clases de matemáticas.
Tras estallar la revolución convocada
por Francisco I. Madero, Huerta solicitó su
reincorporación al ejército y tras la renuncia de Porfirio Díaz,
Huerta fue el encargado de escoltar el convoy presidencial de éste al puerto de
Veracruz, cosa que a don Porfirio
no le agradó del todo pues nunca confió plenamente en él. Huerta permaneció
fiel al ejército durante el gobierno interino de Francisco León de la Barra pero participó en algunas acciones de
provocación al ejército rebelde comandado por Emiliano
Zapata, lo cual levantó sospechas de insubordinación y tan pronto
Madero asumió la presidencia ordenó su dimisión de las fuerzas armadas. Sin
embargo, tras la rebelión de Pascual
Orozco, Madero reconsideró su decisión y lo puso al mando de las
tropas del gobierno federal. Huerta tuvo un desempeño impresionante y se
convirtió en un héroe nacional. Mientras perseguía a Orozco rumbo al norte tuvo
un altercado con el comandante rebelde Francisco
Villa, quien se negó a regresar unos caballos que sus hombres habían
robado a las tropas de Huerta. Enfurecido, lo mandó arrestar y ordenó
fusilarlo.
Los hermanos del presidente Madero
intervinieron y Villa sólo estuvo preso algunos días en la Ciudad de México, lo
cual encolerizó a Huerta. Al regresar a la capital ratificó su lealtad al
presidente Madero y mientras se sometía a un tratamiento de cataratas Madero lo
hizo renunciar.
Tras la rebelión de Félix Díaz, en la que participaba su amigo el General
Bernardo Reyes, Huerta declinó las ofertas de los golpistas por
temor a sólo ser utilizado. Sin embargo, tras la muerte de Reyes ofreció sus
servicios a Madero quien lo volvió a poner al mando del ejército. A los pocos
días, Huerta se unió a los sublevados pero fue descubierto por el hermano de
Madero, quien lo arrestó y lo acusó frente al presidente. Madero no creyó las
versiones y lo puso en libertad, sólo para enterarse dos días después que
Huerta lo había traicionado aliado con Aureliano Blanquet, jefe del 29.º Batallón y se
autonombraba jefe del Ejecutivo, obligándolo a renunciar. Huerta y Félix Díaz,
aliados con Henry Lane
Wilson, embajador de Estados Unidos en México, habían suscrito el Pacto de la Embajada, también conocido
como Pacto de la Ciudadela.
Al principio Félix Díaz se sorprendió
por la noticia, pues el plan inicial era que Díaz ocuparía la presidencia al
triunfo de la rebelión. Sin embargo, Huerta logró convencerlo de que lo dejase
gobernar de manera interina para pacificar a los maderistas. El 22 de febrero de 1913 Madero y el vicepresidente José Ma. Pino
Suárez fueron arteramente
ejecutados.
Tras una efímera presidencia
provisional de 45 minutos por parte de Pedro
Lascuráin, Huerta asumió el poder en medio del caos e instaló una
dictadura militar que llegó incluso a disolver al Congreso de la Unión.
Sin embargo, desde los primeros días
del gobierno de Huerta, Venustiano Carranza, gobernador de Coahuila,
desconocería al presidente y formaría el Ejército Constitucionalista que a la
postre terminaría derrotando al gobierno federal el 13 de agosto de 1914.
Huerta se fue al exilio, primero
viajando a Kingston,
Jamaica, a bordo del crucero alemán SMS Dresden. De ahí se dirigió a Gran Bretaña,
después a España,
y llegó a los Estados
Unidos en abril de
1915.
Una vez ya iniciada en Europa la Primera Guerra Mundial, Huerta se contactó
con funcionarios del Imperio
Alemán para que
retornara al poder, financiando una posible revuelta. Regresó a América en
abril de 1915, llegando a Nueva York con su familia, donde logró
entrevistarse con Franz von Rintelen, un oficial naval del espionaje alemán
quien le ofreció dinero y armas para intentar un golpe de
estado en México y que
luego el régimen de Huerta iniciase una guerra contra Estados Unidos. Tales
charlas fueron interceptadas por el espionaje estadounidense.
Tras contactar con su antiguo rival Pascual
Orozco y reclutarlo
para su conspiración, Huerta viajó a El Paso,
Texas,
pero el 27 de junio de 1915 fue detenido por la policía
estadounidense en la estación de tren de Newman, Nuevo México,
junto con Pascual Orozco, siendo acusado de violar las leyes de neutralidad por
conspirar junto con una potencia beligerante, siendo que para entonces el
régimen de Woodrow Wilson
procuraba evitar la entrada de EE.UU. en la Gran Guerra pero mantenía simpatías hacia la Triple
Entente.
Huerta quedó encarcelado inicialmente
en la prisión militar de Fort Bliss en Texas, tras pagar una fianza se le
permitió salir de la prisión militar y pasar a un arresto domiciliario debido a
su muy mal estado de salud, pero al intentar nuevamente entrar en México fue
encarcelado otra vez por las autoridades estadounidenses.
Huerta murió en la prisión de El Paso
el 14 de enero de 1916, víctima de cirrosis hepática e ictericia,
enfermedades ocasionadas por su conocido hábito de abusar del consumo de
bebidas alcohólicas, especialmente el coñac, el cual
consumía en enormes cantidades. Fue enterrado en el cementerio La Concordia,
hasta que sus restos fueron inhumados al cementerio Evergreen, en El Paso. Aunque se mantuvo que la causa de su
muerte estuvo causada por la ictericia, también existieron fuertes sospechas de
que podría haber sido envenenado por los EEUU.
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