José
Venustiano Carranza Garza nació
en Cuatro
Ciénegas, Coahuila, el 29 de diciembre de 1859 -Tlaxcalantongo,
murió en Puebla, el 21 de mayo de 1920 fue un político y empresario mexicano que
participó en la segunda etapa de la Revolución Mexicana, tras el asesinato de Francisco I. Madero, con quien logró derrocar al gobierno usurpador del
general Victoriano Huerta. Fue el encargado del Poder Ejecutivo desde el 14 de agosto de 1914 y Presidente de
México de manera
Constitucional de 1917 a 1920, año en que fue asesinado por tropas del general
Rodolfo Herrero.
Inició su carrera
política cuando fue electo presidente municipal de Cuatro Ciénegas, en la época del gobernador José
María Garza Galán, pero debido a que
sus relaciones con él eran pésimas, renunció. Por tal motivo, cuando Garza
Galán intentó reelegirse, Carranza se rebeló participando políticamente en su contra.
No tomó las armas pero convenció a Porfirio Díaz de que el movimiento no era anti porfirista. Bernardo Reyes fue designado mediador, y apoyó a Venustiano Carranza
para que se reintegrara a la política.
Fue así como volvió a la presidencia municipal de Cuatro Ciénegas de 1894 a 1898. Además, fue diputado
local al Congreso de
Coahuila y diputado y senador
al Congreso de la
Unión. En 1908, ocupó la gubernatura de
manera interina. Se creyó que sería el próximo gobernador, pero su
participación en el movimiento reyista le trajo oposición de Porfirio Díaz y de los Científicos. A pesar de ello,
presentó su candidatura independiente al gobierno de su estado, siendo
derrotado por Jesús de Valle.
En un principio no se
comprometió con Francisco I. Madero, pues continuó con la esperanza de que algún día el
general Bernardo Reyes, quien lo había apoyado en su lucha contra Garza
Galán, regresara al país a suceder a Porfirio Díaz.
Al ver que esto no sucedía, y cercanas las elecciones presidenciales, decidió
adherirse al maderismo, exiliándose en San Antonio, Texas, y comprometiéndose a
acudir al llamado de las armas. Aunque no llegó a penetrar el estado como
rebelde, fue designado por Francisco I. Madero como gobernador de Coahuila.
Luego lo nombró secretario de Guerra y Marina en su gabinete provisional de Ciudad Juárez,
a pesar de ser un civil. Fue ratificado en su cargo de gobernador de Coahuila,
para el que poco después fue electo. Como gobernador de su estado, organizó
fuerzas auxiliares que impidieron el paso de los rebeldes orozquistas a Coahuila en 1912.
A esta reunión se le conoció con el
nombre de Convención de Aguascalientes, que
fuera convocada el 1 de
octubre de 1914 por Venustiano Carranza. Si bien en un
principio los zapatistas no fueron llamados a la Convención, luego de una
misiva se incorporaron a las sesiones, y fue así como se complicaron las
aspiraciones políticas de Carranza, ya que villistas y zapatistas expusieron
sus ideales en la Convención y lograron convencer a carrancistas y obregonistas
que pronto se incorporaron a la nueva legislatura y pugnaron por el retiro de
Carranza como Primer Jefe.
En su punto doce, el Plan de
Ayala zapatista tenía
prevista una junta de los principales jefes revolucionarios de los distintos
estados similar a la de la Convención, para que así éstos pudieran nombrar a un
presidente interino, al que se daría el encargo de convocar a elecciones de un
nuevo Congreso de la Unión, que a su vez convocaría
a elecciones para integrar los demás poderes de la Unión.
Si bien esta parece ser la propuesta
más democrática, Carranza parecía no estar de acuerdo con esto. Su llamado para
la conformación de la Convención en la Ciudad de México no
llevaba otra finalidad más que la de concentrar y organizar bajo su mando todas
las fuerzas revolucionarias que a lo largo y ancho del país se habían levantado
en armas, para así constituirse en el hombre predestinado a ocupar la
Presidencia de la República y no, como sucedió, en una especie de legislatura
que buscó darle un nuevo rumbo a la República en vías de democratizar a la
nación.
La Convención, que Carranza creyó lo
legitimaría, lo desconoció como presidente, lo cesó de su cargo y nombró a Eulalio Gutiérrez Ortiz como Presidente provisional. Carranza,
en lugar de acatar las decisiones de la Junta, la declaró en rebelión y en
enero de 1915 partió a Veracruz con el personal de su administración.
Ahí reorganizó su ejército con el apoyo de los generales Álvaro Obregón, Pablo González Garza, Cándido
Aguilar, Salvador
Alvarado, Jacinto B. Treviño, Francisco
Coss y otros. Además, al
igual que Francisco
Villa, decretó su propia Ley Agraria el 6 de enero de 1915 y expidió las adiciones al Plan de
Guadalupe referentes al divorcio,
municipio libre, independencia del Poder Judicial, accidentes del Trabajo,
suspensión de la Lotería Nacional, etc.
Cuando las fuerzas convencionistas
fueron derrotadas, Carranza creyó conveniente consolidar en reformas
constitucionales su movimiento político, cuestión que ya había comentado al
referirse sobre la necesidad de rehacer la Constitución de 1857 desde un discurso que dio en Hermosillo el 24
de septiembre de 1913. La debilidad del
zapatismo permitió que se tomara la ciudad de México, y fue éste triunfo, el que le
trajo el reconocimiento oficial del gobierno estadounidense, en octubre de 1915.
El 14
de septiembre de 1916, Carranza anunció
la necesidad de convocar a un congreso constituyente para reformar la
Constitución de 1857. En dicha convocatoria, se estipuló que por cada 70 mil
habitantes se nombraría un diputado, aproximadamente, pues algunos estados
dominados por fuerzas villistas o zapatistas enviaron representaciones mínimas.
Los requisitos de representación eran los mismos de la Constitución de 1857,
sólo que se incluía, el no haber ayudado con las armas o desempeñando un empleo
público con los gobiernos o facciones hostiles a la causa constitucionalista excluyéndose
así el ideal villista y zapatista. Dicho Congreso, fue una asamblea de
políticos conformada principalmente por abogados, profesores, ingenieros y
militares de clase media. Sólo la minoría tenía experiencia parlamentaria, pues
ya antes habían pertenecido a una agrupación llamada “Bloque
liberal renovador”, que años atrás habían legitimado el régimen
huertista perteneciendo a la XXVI Legislatura.
Cuando Carranza propuso su proyecto de Constitución,
que, originalmente pretendió ser una reforma a la Constitución liberal de 1857,
los diputados más progresistas repudiaron el texto, mientras que los del Bloque
liberal renovador estuvieron de acuerdo con él. Para la mayoría parlamentaria,
no expresaba los ideales por los que ellos ni el pueblo habían luchado: la
visión carrancista era insuficiente en temas de suma importancia para los
diputados revolucionarios, obreros, campesinos y militares que se habían
solidarizado en cierta forma con villistas y zapatistas durante la Convención.
Al conocer el proyecto carrancista sobre la libertad de trabajo, por una parte,
y la propiedad territorial, por la otra, que había sido tomada de la de 1857,
señalaron que las demandas obreras y campesinos no estaban siendo atendidas
A raíz de esto, exigieron al Primer
Jefe, se respetaran e incorporaran las disposiciones que luego serían conocidas
como derechos o garantías sociales. Los constituyentes ortodoxos, juristas y
maestros en derecho, creían inadecuada la incorporación de los derechos de los
trabajadores en la ley suprema porque contraviene la técnica constitucional.
Consideraban inoportuno que ésta hablare de la duración de la jornada, salario
mínimo y del trabajo de las mujeres, pues según ellos todo eso era legislación
secundaria. Por su parte, a los legisladores provenientes de las luchas obreras
y campesinas no les importo dicho argumento y estaban empeñados en ver sus
demandas inscritas en la ley suprema.
Por ejemplo, con objeto de hacer
efectiva la reforma agraria, la redacción original del artículo 27 sostiene la
fracción de los latifundios, el desarrollo de la pequeña propiedad, la creación
de nuevos centros de población agrícola con las tierras y aguas que les sean
indispensables, el fomento de la agricultura y la prevención de la destrucción
de la naturaleza. El ideal de propiedad escrito en el artículo 27 en sus
inicios no se ajustaba completamente a los cánones de un capitalismo clásico ni a los del socialismo.
Era, en sí, una mezcla de ambos pensamientos, uno más tenue que otro. Del
capitalismo conservaba la propiedad privada, pero al limitarla a una extensión
máxima rompía con el arquetipo liberal, que pugna por la no intromisión del
Estado en las relaciones mercantiles entre los ciudadanos; del socialismo,
coincidía en el impulso de la propiedad colectiva, tales como el ejido y demás propiedades en este sentido. Si
bien, tanto zapatistas como villistas no podían formar parte del Congreso, con
la constitución se manifiesta la enorme influencia ideológica luego de la
Convención.
Independientemente el proyecto que
había presentado Venustiano Carranza fue modificado sustancialmente, y no
obstante no estaba de acuerdo con los cambios hechos a la misma, éste tuvo que
adaptarse a ideales de sus antiguos enemigos irreconciliables que habían
influenciado inclusive a sus más cercanos allegados, promulgando la
Constitución el 5 de
febrero de 1917. Desde entonces,
sería conocida como la Constitución de 1917, misma que introdujo algunos
conceptos sociales muy avanzados para su época,
como las relaciones obrero-patronales, que quedaron plasmadas en el artículo
123 y las reformas educativa y agraria que quedaron plasmadas en los artículos
3 y 27, respectivamente.
La fase gubernativa carrancista se
divide en dos periodos, preconstitucional y constitucional, siendo La
constitución de 1917 el “parte aguas” de este gobierno. El primer periodo se
caracterizó por que permanecían en armas los villistas y los zapatistas. Otro
de los mayores problemas del año 1916 fue diplomático y militar, ya que como
represalia por la incursión de Francisco
Villa al pueblo de Columbus,
en Nuevo México, el gobierno norteamericano envió tropas para combatir al
revolucionario, las cuales permanecieron en México, poco menos de un año. Para
llevar a cabo la transición del proceso revolucionario a la creación de un Estado
posterior a la revolución, los grupos vencedores debían definir su proyecto de
país, lo que hicieron precisamente, mediante la Constitución de 1917. La nueva
ley suprema debía ser elaborada por diputados de todo el país, la participación
de ellos se establecería por la cantidad de habitantes de cada estado y no
podían ser elegidos quienes hubieran sido enemigos del constitucionalismo,
entre otros: huertistas, convencionistas, además de otros grupos antagonistas
como reyistas y maderistas. Todas estas diferencias provocaron grandes
problemas y polémicas durante las sesiones. Así mismo, la lucha armada había
sido hecha por gente rural y los diputados que eligieron el México futuro
fueron elegidos por gente urbana, lo cierto es que las regiones que habían sido
más activas en la lucha armada tuvieron menos representantes en el congreso
constituyente. La nueva constitución plasmo diferencias con respecto a la
Constitución de 1857 ya que la primera fue apegada al liberalismo y la segunda
fue muy realista de acuerdo a las condiciones internacionales de su tiempo.
El 9 de abril de 1917, convocó a
elecciones para diputados y senadores a la XXVII Legislatura del Congreso de la
Unión y para presidente de la República. Postulado por el Partido Liberal
Constitucionalista, ganó las elecciones y el 1 de diciembre de 1917.tomó
posesión como presidente constitucional. Durante su gobierno Carranza se dio a
la tarea de pacificar el país, reorganizar la administración y los poderes, y
hacer valer la constitución que había sido promulgada.
En 1920 buscó imponer como presidente de la
República a un civil, el Ing. Ignacio
Bonillas, pues ya para entonces era contrario a la ideología política
mostrada por Álvaro Obregón y se encontraba desilusionado por la actitud de Pablo González Garza. Dicha actitud, causó una
revuelta encabezada por Álvaro Obregón, quien desconoció a Bonillas y se
sublevó en su contra al amparo del Plan de Agua Prieta y de Plutarco Elías Calles y Adolfo de la Huerta, por un lado, y González,
por el otro.
Cuando ambos bandos obtuvieron el
apoyo de la mayor parte del ejército, Carranza decidió trasladar la sede del
gobierno nacional al puerto de Veracruz, donde
ya había permanecido durante la guerra con Villa, de esa forma saldría con todo
su gabinete y sus familias, su mobiliario no solo personal si no de algunas de
las secretarías del gobierno, más pertrechos de guerra, y los fondos del
Gobierno Federal: grandes cantidades de monedas de plata y oro, billetes y barras de oro y plata que había en la Tesorería.
El 20 de mayo de 1920 deja la estación de Aljibes, Puebla, al
conocerse que las vías habían sido dinamitadas, internándose en la Sierra Norte
del Estado de Puebla con muchos de sus seguidores, incluida una escolta de
cadetes del Colegio Militar, en un intento desesperado por alcanzar el puerto
de Veracruz.
Así llegaría hasta el pequeño pueblo
de Tlaxcalantongo, Puebla, donde sería
asesinado mientras dormía en un jacal por las
tropas del Gral. Rodolfo
Herrero, por la madrugada del 21 de mayo de 1920.
Fue enterrado en el Panteón Civil de
Dolores en la Ciudad de México, en el año de 1942 sus restos fueron depositados
en el Monumento a la Revolución, donde
permanecen hasta la fecha.
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