A los 15 años quedó huérfano de padre, y dueño de
grandes posesiones. La madre le colaboró en todos sus deseos de hacer el bien y
de obtener santidad.
Estando en edad de casarse hizo una peregrinación a
la Virgen de Montserrat y allí se puso a pensar que las vanidades del mundo
pasan muy pronto y no dejan sino insatisfacción y que en cambio lo que se hace
para la vida eterna dura para siempre.
Entonces promedió a la Virgen mantenerse puro y se
le ocurrió una idea que iba a ser de gran provecho para muchas gentes.
En aquel tiempo la cuestión social más dolorosa era
la esclavitud que muchísimos cristianos sufrían de parte de los mahometanos.
Estos piratas llegaban a tierras donde había
cristianos y se llevaban a todos los hombres que encontraban. Las penalidades
de los prisioneros cristianos en las tenebrosas cárceles de los mahometanos
sobrepasaban lo imaginable. Y lo más peligroso era que muchos perdían su fe, y
su moralidad se dañaba por completo.
Esto fue lo que movió a Pedro Nolasco a gastar su
gran fortuna en libertar al mayor número posible de esclavos cristianos. Cuando
se le presentaba la ocasión de gastar una buena cantidad de dinero en obtener
la libertad de algún cautivo recordaba aquella frase de Jesús en el evangelio:
"No almacenen su fortuna en esta tierra donde los ladrones la roban y la
polilla la devora y el moho la corroe. Almacenen su fortuna en el cielo, donde
no hay ladrones que roben, ni polilla que devore ni óxido que las dañe". Y
este pensamiento lo movía a ser muy generoso en gastar su dinero en ayudar a
los necesitados.
Y sucedió que, según dicen las antiguas
narraciones, que una noche agosto de 1218 se apareció la Sma. Virgen a San
Pedro Nolasco y al rey Jaime de Aragón que era amiguísimo de nuestro santo y
les recomendó que fundaran una Comunidad de religiosos dedicados a libertar
cristianos que estuvieran esclavos de los mahometanos.
Consultaron al director espiritual de juntos, que
era San Raimundo de Peñafort, y éste los llevó ante el Sr. Obispo de Barcelona,
al cual le pareció muy buena la idea y la aprobó.
Entonces el militar Pedro Nolasco hizo ante el obispo
sus tres votos o juramentos: de castidad, pobreza y obediencia, y añadió un
cuarto juramento o voto: el de dedicar toda su vida a tratar de libertar
cristianos que estuvieran siendo esclavos de los mahometanos. Este cuarto voto
o juramento lo hacían después todos sus religiosos.
Los antiguos dicen que la Virgen les recomendó: “Fundad
una asociación con hábito blanco y puro que sea defensa y muro de la cristiana
nación”
San Raimundo predicó con gran entusiasmo en favor
de esta nueva Comunidad y fueron muchos los hombres de buena voluntad que
llegaron a hacerse religiosos. El vestido que usaban era una túnica blanca y
una cruz grande en el pecho. San Pedro Nolasco fue nombrado Superior General de
la Congregación y el Papa Gregorio Nono aprobó esta nueva Comunidad.
San Pedro Nolasco ayudó al rey Don Jaime a
conquistar para los cristianos la ciudad de Valencia que estaba en poder de los
mahometanos, y el rey, en agradecimiento, fundó en esa ciudad varias casas de
la Comunidad de los Mercedarios.
El rey Jaime decía que si había logrado conquistar
la ciudad de Valencia, ello se debía a las oraciones de Pedro Nolasco. Y cada
vez que obtenía algún resonante triunfo lo atribuía a las oraciones de este
santo.
San Pedro hizo viajes por muchos sitios donde los
mahometanos tenían prisioneros cristianos, para conseguir su libertad. Y viajó
hasta Argelia, que era un reino dominado por los enemigos de nuestra santa
religión. Allá lo hicieron prisionero pero logró conseguir su libertad.
Como había sido un buen comerciante, organizó
técnicamente por muchas ciudades las colectas en favor de los esclavos y con
esto obtuvo abundante dinero con los cuales logró la libertad de muchísimos
creyentes.
Poco antes de morir repitió las palabras del Salmo
76: "Tú, oh Dios, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los pueblos y
con tu brazo has rescatado a los que estaban cautivos y esclavizados".
Tenía 77 años de edad.
Por su intercesión se obraron muchos milagros y el
Sumo Pontífice lo declaró santo en 1628.
La Comunidad fundada por él se dedica ahora a
ayudar a los que están encarcelados. Es un apostolado maravilloso.
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