lunes, 19 de enero de 2015

FELIPE ÁNGELES



Felipe de Jesús Ángeles Ramírez nació en Zacualtipán, Hidalgo, en 1869 y  murió en Chihuahua, Chihuahua, en 1919 fue un militar mexicano héroe popular de la Revolución mexicana.

Nació en Zacualtipán, Hidalgo el 13 de junio de 1868. Fue hijo de Felipe Ángeles Melo, un coronel que combatió contra la invasión estadounidense en 1847 y la francesa en 1862, y de Juana Ramírez. Comenzó los estudios primarios en Huejutla, pasó luego a la Escuela de Molango y al Instituto Literario de Pachuca. A los catorce años ingresó al Colegio Militar, gracias a una beca concedida por Porfirio Díaz con motivo de los servicios de su padre durante la lucha contra la intervención extranjera. Tímido e inteligente, sobresalió como uno de los oficiales más brillantes en una generación donde había militares como Victoriano Huerta y Rafael Eguía Lis y egresó en 1892 con el grado de Teniente de Ingenieros. Desde muy joven fue profesor sobresaliente del Colegio Militar, del Colegio Militar de Aspirantes, de la Escuela Nacional Preparatoria y de la Escuela de Tiro, de la que más tarde fue director. El 25 de noviembre de1896, se casó con Clara Kraus. Fue enviado a Estados Unidos para realizar estudios de artillería; en Francia supervisó el armamento adquirido por el gobierno de México, y fue ascendido a mayor; le fue concedida la orden de Legión de Honor por los méritos realizados durante sus estudios. En cierta entrega de premios del Colegio Militar, Ángeles atacó ante Porfirio Díaz al soldado arbitrario y brutal y elogió al hombre de armas apegado a la legalidad y a las obligaciones institucionales. Esta actitud marcó su derrotero político. Fue un militar con altas calificaciones teóricas, aunque con vocación de soldado activo. Fue criticado por iluso e irrealista. Mostró su inconformidad ante las injusticias del ejército con los yaquis y ante el favoritismo como eje de promoción, lo que dio lugar a que fuera enviado en comisión militar a Francia.

A principios de 1912 Francisco I. Madero lo nombró director del Colegio Militar; seis meses después fue ascendido a general brigadier; combatió al orozquismo en Sonora y más tarde fue a Morelos a combatir a Emiliano Zapata, en sustitución del general Juvencio Robles. Utilizaba métodos conciliadores para pacificar al estado, pero sobrevino la Decena Trágica. Madero, consciente de su lealtad, fue personalmente a Morelos a pedirle su ayuda. Respetuoso de la institucionalidad, no le dio el mando supremo pero sí operó contra La Ciudadela; Victoriano Huerta lo hizo retirarse de las primeras filas y lo hizo aprehender junto a Francisco I. Madero y Pino Suárez, pero Ángeles siempre permaneció leal a Francisco I. Madero. Salvado de la muerte por su arraigo en el Ejército Federal, se simuló otra comisión a Europa para desterrarlo.
El 9 de febrero de 1913 un golpe militar, cuyas cabezas políticas eran el general Bernardo Reyes y el general Félix Díaz, intentó derrocar al presidente Francisco I. Madero. Los cadetes del Colegio Militar apoyaron al presidente Madero en su marcha desde el Castillo de Chapultepec hasta Palacio Nacional. Los sublevados, al mando de Félix Díaz, se atrincheraron en la plaza fuerte de La Ciudadela. Bernardo Reyes había muerto en los primeros enfrentamientos. Madero designó jefe de las fuerzas leales a su gobierno al general Victoriano Huerta, jefe militar que desde tiempo atrás conspiraba contra él, dentro de la sorda guerra de intrigas interiores que vivía el Ejército federal desde los acuerdos de Ciudad Juárez.
De acuerdo a Friedrich Katz, "Madero tomó una decisión que no sólo era peligrosa sino que, en cierto modo, podía considerarse temeraria. En un automóvil con unos cuantos hombres, sin escolta militar, Madero se trasladó a Cuernavaca donde estaba Felipe Ángeles con sus tropas. Era una empresa muy riesgosa y llena de peligros, dado que grandes trechos de la ruta entre ambas ciudades estaban bajo el control o bajo ataques frecuentes de tropas zapatistas hostiles a Madero. Poco después, Madero regresó de Cuernavaca a la Ciudad de México junto con Ángeles y el grueso de sus tropas".
Aunque viajar en un solo auto y sin escolta posiblemente fue el modo más seguro para que Madero se lanzara en plena guerra al riesgo de cubrir el trayecto entre ambas ciudades y llegar a tiempo.
El 10 de febrero Madero y Ángeles entraron a la ciudad por el rumbo de Xochimilco y Tepepan, donde los esperaba el general Ángel García Peña, ministro de Guerra. El presidente ordenó a éste tomar el mando de las tropas leales y designar a Felipe Ángeles —único en quien en verdad confiaba, según lo mostraba su audaz viaje a Cuernavaca— como jefe de su Estado Mayor a cargo de las operaciones. Por resistencias en los mandos superiores del ejército federal, de estirpe porfiriana, esta orden no fue cumplida por el general García Peña. Ángeles, se decía, era apenas general brigadier.
El mando quedó a cargo del general de división Victoriano Huerta. Pero éste entró en tratos secretos con Félix Díaz, negociaciones que culminaron en el Pacto de la Embajada con la complicidad del embajador de Estados Unidos, Henry Lane Wilson. Poco después se realizó las aprehensiones del presidente Madero, del vicepresidente José María Pino Suárez y del general Felipe Ángeles. El 19 de febrero Madero y Pino Suárez fueron engañados y obligados a firmar las renuncias a sus cargos. El 22 de febrero, fingiendo una supuesta fuga y un enfrentamiento con sus simpatizantes, ambos fueron asesinados. El general Ángeles fue enviado al exilio en Francia, de donde regresó en octubre de 1913 para sumarse al Ejército Constitucionalista y al núcleo maderista dentro de la revolución, junto con varios de sus discípulos.
Si el 9 de febrero ha sido declarado el día para celebrar la Marcha de la Lealtad de los cadetes del Colegio Militar en apoyo al presidente Madero, con mayor razón debe recordarse en ese día al general Felipe Ángeles, a quien el presidente acudió en la hora en que sus generales lo abandonaban y con quien compartió en la prisión de Palacio Nacional las últimos horas de su vida antes de ser asesinado.
Volvió al país en octubre de 1913 y se alió a las fuerzas de Venustiano Carranza; fue nombrado primero Secretario de Guerra y ratificado después sólo como Subsecretario, debido a las protestas de numerosos "generales" rebeldes, entre ellos Álvaro Obregón. En 1914 se incorporó a las fuerzas de Francisco Villa como comandante de la artillería de la División del Norte. Participó en las batallas de Torreón en abril de 1914, San Pedro de las Colonias, Paredón y Zacatecas. Fue allí cuando Ángeles empezó a mostrar su gran talento de estratega militar. Como hombre de confianza de Francisco Villa lo representó en la Convención de Aguascalientes, de la que él mismo fue promotor e ideólogo. El 31 de octubre votó por el retiro de Venustiano Carranza. Formó parte de la comisión de guerra de la convención, donde logró la participación zapatista. El 2 de diciembre entró a la Ciudad de México al frente de la vanguardia villista. Ante el fracaso del gobierno de la Convención, se dirigió al noroeste, al frente de las fuerzas convencionistas. Ocupó por unos días la gubernatura de Coahuila y de Nuevo León, del 15 de enero al 15 de febrero de1915. Felipe Ángeles abandonó a Francisco Villa después de su fracaso en el Bajío, cuando desoyó sus consejos, aunque también influyó mucho la derrota de Ángeles en el noroeste del país.
Al triunfo de Venustiano Carranza, cuya catadura moral le repugnaba, se refugió en Estados Unidos en el Paso, Texas, con la ayuda de José María Maytorena. Fue muy activo en la política entre los exiliados: en Nueva York formó parte del comité ejecutivo de la Alianza Liberal Mexicana. También se dedicó a escribir artículos en diversos periódicos, en los cuales expresó sin rodeos su convicción socialista y se declaró partidario del marxismo, juzgando al liberalismo como cosa del pasado. Expuso su desacuerdo con la Constitución de 1917 y le opuso la Constitución de 1857 producto de la Guerra de Reforma, a la que juzgaba más adecuada para la situación del país. Regresó al país hasta diciembre de 1918, con el propósito de atacar a Venustiano Carranza, antes de lo cual lanzó una proclama que se conoce como Plan de Río Florido. Fracasó en sus intentos de unificar a los rebeldes y de disciplinar a los villistas, por lo que, vencido y aislado, fue denunciado y aprehendido.
Se le formó consejo de guerra por haberse sumado a las fuerzas de Pancho Villa que todavía operaban en el norte. El Consejo estuvo integrado por los Generales Gabriel Gavira Castro, Miguel M. Acosta Guajardo, Fernando Peraldí Carranza y José Gonzalo Escobar. En su defensa ante el tribunal, Ángeles persistió en declararse partidario y amigo de Francisco I. Madero. Años más tarde el mismo general Gavira anotaba en sus memorias que, cuando el golpe de febrero de 1913, mientras todos los altos mandos federales conspiraban contra el presidente Madero, el general Ángeles se había mantenido leal a éste y había sido "el único que cañoneaba efectivamente La Ciudadela, desde la calzada de la Reforma". Fue sentenciado a la pena capital, a pesar del clamor de la concurrencia que en la sesión pidió su perdón. Murió fusilado en Chihuahua el 26 de noviembre de 1919. Como testamento político dijo durante su juicio: "Mi muerte hará más bien a la causa democrática que todas las gestiones de mi vida. La sangre de los mártires fecundiza las buenas causas". El 15 de noviembre de 1941, al cumplirse el XXII aniversario de su muerte, fue nombrado en su tierra natal "Hijo del Estado de Hidalgo". Se recuerda su frase más célebre "Por que temerle a la muerte, si no le temo a la vida".
Felipe Ángeles, artillero, matemático, escritor, vivió y murió obsesionado por el legítimo temor de que Estados Unidos —país al cual sin embargo admiraba, habiendo vivido años de exilio y de trabajo entre su pueblo— se apoderara de más territorio mexicano o subordinara la soberanía mexicana a su imperio. Su adversario irreconciliable desde 1914, Venustiano Carranza, desde posiciones diferentes compartía esa obsesión, heredada después por militares tan diversos entre sí como Lázaro Cárdenas y Joaquín Amaro.

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