Nació en
África. Era abad de Nérida, cerca de Nápoles cuando el Papa San Vitalinano lo
escogió por su ciencia y virtud para instruir a la nación inglesa de
Canterbury, aún joven en la fe.
San Adrián
trató de declinar la elección recomendando a San Teodoro para el cargo, pero se
mostró dispuesto a compartir los trabajos de la misión.
El Papa
accedió a su petición y lo nombró asistente y consejero del nuevo Obispo. San
Teodoro lo nombró abad del monasterio de San Pedro y San Pablo de Canterbury,
donde nuestro santo enseñó el griego, el latín, la ciencia de los Padres, y
sobre todo la virtud.
San Adrián
ilustró el país con su doctrina y el ejemplo de su vida, durante treinta y
nueve años. Murió el 9 de enero del año 710.
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