Se llama "taumaturgo" al que hace muchos milagros. A
este santo le pusieron ese nombre porque según decía la gente, desde tiempos de Moisés, no se había
visto a un simple hombre conseguir tantos
milagros como los que obtuvo él.
Nació Gregorio cerca del Mar Negro, de una familia pagana. Sus
padres que eran de familia noble lo
encauzaron hacia los estudios de las leyes.
Cuando era joven tuvo que viajar a Cesárea, en Palestina, a
acompañar a una hermana, y allá conoció
al sabio más grande de su tiempo que era Orígenes, el cual había puesto una
escuela de teología en
esa ciudad. Desde el primer encuentro el sabio Orígenes se dio cuenta de que Gregorio poseía unas cualidades excepcionales para el estudio
y lo recibió en su famosa escuela.
Lo dedicó enseguida a que leyera todo lo que los antiguos
autores habían escrito acerca de Dios y el joven se fue dando cuenta de que lo verdaderamente
admirable y cierto acerca de Dios es lo que dice la S. Biblia, y se convirtió al cristianismo y se hizo
bautizar.
Fascinado por la personalidad de Orígenes, el joven Gregorio
renunció a su antiguo plan de dedicarse
a la abogacía y se consagró totalmente a los estudios religiosos. Más tarde
dirá: "Cuando
estábamos estudiando nuestro maestro Orígenes era para nosotros como un ángel
de la guarda. Siempre cuidaba de nuestra alma con un interés increíble. Parecía
que cuando íbamos a sus
clases el ángel guardián no tenía nada que hacer porque el maestro Orígenes lo
reemplazaba cuidando
amorosamente el alma de cada uno de nosotros. Nos guiaba por el camino de la
virtud no sólo con
sus luminosas palabras sino con los admirables ejemplos de su buen
comportamiento"¡Quisiera Dios
que los alumnos de hoy pudieran decir lo mismo de sus maestros!
El año 238 cuando ya Gregorio terminó sus estudios hizo un
hermoso discurso de despedida a su gran
profesor, alabando los métodos que Orígenes tenía para educar. En este
discurso, que aún se conserva,
se señalan ciertos datos de importancia para conocer como aquel sabio se preocupaba no sólo de que sus alumnos fueran muy instruidos sino también
de que fueran sumamente virtuosos.
Al llegar a su patria, a su ciudad Neo cesárea del Ponto, fue
nombrado obispo, y empezó entonces una cadena incontable de milagros. San
Gregorio de Nisa al hacer el discurso fúnebre de nuestro santo, narra unos cuantos como por ej. El poder tan
extraordinario que tenía de expulsar los malos espíritus. En cierta ocasión dos familias se peleaban a
muerte por un nacedero de agua. Viendo
que la pelea no acababa nunca, el santo le envió una bendición al nacedero y
este se secó y ya no hubo
más peleas. La casa del obispo Gregorio estaba siempre llena de gente
aguardando en su puerta
para que les diera la bendición. Él los instruía en la religión y luego les
obtenía de Dios su curación.
Y así con su predicación y sus milagros lograron aumentar enormemente el número
de cristianos
en aquella ciudad.
San Gregorio Taumaturgo necesitaba construir un nuevo templo
porque el número de creyentes había
aumentado mucho, pero no tenía como terreno sino un cerro abrupto. Y un día
dijo: "Vamos a ver
si es cierto lo que Jesús dijo: "si tenéis fe, podréis decir a un monte:
¡quítate de ahí! – y este obedecerá".
Y se puso a rezar con mucha fe, y sobrevino un terremoto y el cerro se derrumbó quedando allí una buena explanada para construir el templo.
San Gregorio de Nisa y San Basilio comentaban cómo su abuela
Santa Macrina, que había conocido
a este santo les narraba que la vida de Gregorio era como un retrato de lo que
el evangelio
dice que debe ser la vida de un buen amigo de Dios; que nadie veía en él jamás
un estallido
de cólera; que siempre sus respuestas eran sencillas: "si, si" o
"no, no", como lo manda el
evangelio. Que su piedad era tan admirable que al rezar parecía estar viendo al
invisible".
Al estallar la persecución de Decio en 250, San Gregorio
aconsejó a los cristianos que se escondieran
para que no tuvieran peligro de renegar de su fe cristiana por temor a los
tormentos. Y él mismo
ser retiró a un bosque, acompañado de un antiguo sacerdote pagano, al cual él
había convertido
al cristianismo.
Y sucedió que un infante fue y avisó a la policía dónde estaban
escondidos los dos. Y llegó un numeroso
grupo de policías y por más que requisaron todo el bosque no lo lograron
encontrar. Cuando la
policía se fue, llegó el informante y al verlos allí y darse cuenta de que por
milagro no los habían
logrado ver los policías, se convirtió el también al cristianismo.
San Gregorio se propuso hacer que la religión fuera muy agradable
para la gente y así en las vísperas
de las grandes fiestas organizaba resonantes festivales populares donde todo el
mundo estaba
contento y alegre sin ofender a Dios. Esto le atrajo la simpatía de la ciudad.
Se ha hecho célebre en la historia de la Iglesia la frase que
dijo este gran santo poco antes de morir.
Preguntó: "¿Cuántos infieles quedan aún en la ciudad sin convertirse al
cristianismo?" Le respondieron:
"Quedan diecisiete", y él exclamó gozoso: "Gracias Señor: ese
era el número de cristianos
que había en esta ciudad cuando yo llegué a misionar aquí. En ese tiempo no
había sino17 cristianos, y ahora no hay
sino 17 paganos".
Poco antes de morir pidió que lo enterraran en el cementerio
de los pobres porque él quería estar también
junto a ellos hasta después de muerto.
Las gentes
lo invocaban después cuando había inundaciones y terremotos, y es que él con sus oraciones logró detener terribles inundaciones que amenazaban
acabar con todo.
En verdad que en la vida de San Gregorio Taumaturgo sí que se
cumplió aquello que decía Jesús: "Según
sea tu fe, así serán las cosas que te sucederán". Quiera Dios bendito y
adorado darnos también a
cada uno de nosotros una gran fe que mueva montañas de dificultades.
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