José María Morelos y
Pavón; Valladolid, actual Morelia, 1765 - San Cristóbal Ecatepec, 1815
Religioso, político y militar mexicano, caudillo de la independencia de México.
Asumió el liderazgo del movimiento independentista tras la muerte en 1811 del
cura Hidalgo a cuya causa se había unido en 1810 y logró importantes victorias
en el sur. Trató además de dar forma política a sus ideales de justicia e
igualdad a través del Congreso de Chilpancingo 1813, que formuló la declaración
de independencia, otorgó a Morelos un amplio poder ejecutivo y puso las bases
para una Constitución liberal y democrática que sería aprobada en 1814.
José María Morelos era
hijo de Manuel Morelos, carpintero de ascendencia india y de Juana María Pérez
Pavón, criolla, cuyo padre había sido maestro de escuela en la ciudad. Durante
catorce años, además de las primeras letras que le enseñó su madre, sólo se
sabe que ayudó en lo que pudo para el sostenimiento de la familia.
La muerte del padre en
1779 significó un importante cambio. Confiado a la custodia de su tío Felipe
Morelos, se trasladó a una hacienda cerca de Apatzingán Michoacán y se dedicó
primero a la labranza y, poco después, a conducir como arriero una recua de
mulas que su tío empleaba para transportar los ricos cargamentos de mercancías
entre el puerto de Acapulco, terminal de los galeones de Manila, y la ciudad de
México. Esta actividad le proporcionó unos ingresos regular, que el joven
Morelos invertía en comprar mulas y sostener a su madre y hermana.
Así vivió hasta cumplir
los 25 años; en 1790, ante la insistencia de su madre, que deseaba su ingreso
en la carrera eclesiástica con la ilusión de que accediese a una capellanía o
beneficio dejado por su bisabuelo materno, se separó de su tío Felipe y regresó
a Valladolid para ingresar en el colegio de San Nicolás. Allí tuvo ocasión de
conocer al rector Miguel Hidalgo y Costilla, con el que coincidió durante dos
años. Estudió gramática y latín y dos años más tarde amplió estos estudios en
el Seminario Tridentino de la misma ciudad, recibiendo instrucción en retórica
y filosofía. El 28 de abril de 1795 recibió el título de bachiller de artes en
la ciudad de México.
Poco después solicitó de
la jerarquía eclesiástica de Valladolid que se le confiriesen la tonsura
clerical, las cuatro órdenes menores y el subdiaconato, lo que consiguió a
finales de ese mismo año. En abril de 1796 aceptó una oferta del cura de
Uruapan para enseñar gramática y retórica a los niños del lugar, tras recibir
la licencia correspondiente. Tras algunos años de ejercicio, el 20 de diciembre
de 1797, cumplidos los 32 años de edad, fue promovido al sacerdocio,
otorgándosele licencias para celebrar misa, oír confesiones y predicar en
Uruapan y curatos vecinos.
Se iniciaba así una larga
carrera sacerdotal que le llevó a ejercer de cura párroco, primero en un
marginado distrito de Churumuco, etapa durante la cual falleció su madre en Pátzcuaro.
Morelos permaneció en Churumuco durante poco más de un año, hasta que en marzo
de 1799 se le transfirió a la parroquia de Carácuaro, a unos 50 kilómetros de
distancia, tan pobre como la anterior pero mucho más poblada. En Carácuaro
vivió Morelos toda una década, administrando la parroquia y viviendo de las
aportaciones de sus feligreses, que se resistían por todos los medios al pago
de los impuestos eclesiales.
Durante este periodo
mantuvo y mejoró un negocio de ganado que había iniciado en la época de
arriero, administró la herencia de su madre, transfirió a su hermana la casa
familiar actualmente Casa de Morelos en la ciudad de Morelia y tuvo dos hijos
ilegítimos. Más tarde, durante el periodo revolucionario, tuvo dos hijos más.
En 1807 compró en Valladolid una casa a la que aumentó otro piso en 1809, sin
que se tenga la menor certeza de que le llegara noticia alguna de que se estaba
preparando una revolución. Bien es cierto que los historiadores señalan la
creciente insatisfacción y en todo caso la frustración de Morelos, acumulada a
lo largo de muchos años de cura parroquial.
En octubre de 1810,
conocedor del levantamiento de Miguel Hidalgo, que
había sido su rector en San Nicolás, decidió visitarle y hablar con él. Al
parecer, su intención era la de ofrecerse como capellán, pero una vez llevado a
cabo este encuentro el 20 de octubre, Hidalgo lo convenció de que aceptara una
misión más importante: marchar a la costa del sur, reunir tropas y tomar el
puerto de Acapulco, que Morelos conocía muy bien. El 25 de octubre, acompañado
de una veintena de voluntarios mal armados, Morelos partió de Cuarácaro hacia
las tierras calientes del sur, en calidad de lugarteniente de Hidalgo.
La actividad insurgente de
Morelos duró cinco años, a lo largo de los cuales fue capaz de desarrollar
cuatro campañas militares, además de una obra política, doctrinal y
administrativa en la que se recoge un pensamiento avanzado, innovador y cargado
de sentido popular y social. Se le reconoce un incipiente genio de estratega
militar, despiadado y cruel en algunas ocasiones, y capaz de enfrentarse y
doblegar en varias ocasiones a los ejércitos realistas superiores en número, bajo
el mando del temible Félix María Calleja.
Las campañas de Morelos
La primera campaña, de
octubre 1810 a agosto 1811, le permitió organizar y constituir un cuerpo de
tropas disciplinado y bien armado, con el que intentó sin éxito la ocupación de
Acapulco en febrero de 1811. Se retiró con sus fuerzas a Tecpan, desde donde
preparó el asalto a Chilpancingo el 24 de mayo y la toma de Tixtla actual
Ciudad Guerrero dos días más tarde. En el curso de esta campaña se le unieron
los hermanos Miguel y Víctor Bravo, nacidos en la hacienda de Chichihualco;
Vicente Guerrero, oriundo de Tixtla, y los hermanos Galeana, de Tecpan. En esta
época contó con la colaboración del estadounidense Perter Ellis Bean,
aventurero cosmopolita, que fabricó gran cantidad de pólvora para las tropas
insurgentes.
Desgraciadamente, en junio
de 1811 fueron ejecutados Miguel Hidalgo y sus principales ayudantes, aunque le
sucedió en la dirección del movimiento Ignacio López Rayón, que se retiró a
Zacatecas y se internó en Michoacán, mientras maduraba y concretaba un ideario
político que diese coherencia y unidad a las iniciativas surgidas por todo el
país. Unido a José María Liceaga, años más tarde compañero de Javier Mina, y a
José Sixto Verduzco, enviado de Morelos, Rayón estableció en agosto de este año
la Suprema Junta Nacional de América.
La mayor objeción que
Morelos puso a esta Junta fue su declarado acatamiento a Fernando VII,
defendido por Rayón como una medida de prudencia y moderación. Éste fue, por lo
tanto, el primer núcleo de gobierno insurgente, que se atrajo la simpatía de
los intelectuales y hacendados criollos que deseaban establecer un sistema de
Juntas similar al implantado en las provincias de España. En la ciudad de
México se inició, en este tiempo, la formación de una sociedad secreta llamada
Los Guadalupes.
En agosto de 1811 Morelos
contaba, según sus propias palabras, "con cuatro batallones en pie de
guerra: uno para proteger los puertos de la costa; otro en El Veladero, fuera
de Acapulco; un tercero en Tixtla y el último en Chilpancingo, para encargarse
del abasto de pólvora". Desde el primer momento Morelos se inclinó por la
proclamación de algunos principios revolucionarios, tomados de sus
conversaciones con Hidalgo.
En Aguacatillo, el 17 de
noviembre de 1810, había anunciado el establecimiento de un nuevo gobierno y en
este decreto incluyó la abolición de la esclavitud que confirmaría con solemnidad
a principios de 1813, de los tributos y de las tesorerías de las comunidades.
Este decreto está considerado como uno de los documentos más importantes en la
historia social de América Latina. Como justificación de su levantamiento
afirmaba que "ya que España se encontraba en manos de los franceses y los
gachupines conspiraban con Napoleón para perpetuar su poder, todos los
americanos debían unirse en defensa del país y de la religión".
La segunda campaña de
Morelos, tras unos meses dedicados a la reorganización y preparación de sus
huestes, se desarrolló de noviembre de 1811 a mayo de 1812. Una vez tomado
Tlapa reunió a todas sus fuerzas en Chiautla para establecer una nueva
estrategia: dividió su ejército en tres grandes cuerpos, uno al mando de Miguel
Bravo, que marcharía hacia el sur y trataría de conquistar Oaxaca; el segundo
dirigido por Hermenegildo Galeana, que atacaría y dominaría Taxco, y el
tercero, bajo la dirección del propio Morelos, que avanzaría hacia el norte y
entraría en Izúcar sin combatir el 12 de diciembre, para atacar Tenango y
Tenancingo, antes de llegar a Cuautla Morelos, ocupada el día de Navidad.
Se ha discutido acerca de
por qué Morelos no siguió hasta Puebla, cuya conquista hubiera constituido el
anticipo a la caída de la capital. En su lugar, dejando guarecida Cuautla,
prefirió correr hacia el oeste, para unirse a las tropas de Galeana estacionadas
frente a Taxco. Fue uno de sus más graves errores militares, porque mientras
tanto, Félix María Calleja, con un numeroso cuerpo de ejército, sitió Zitácuaro
Michoacán, residencia de la Junta de Rayón, obligando a sus miembros a huir y
dispersarse sin ofrecer resistencia. Este fue el comienzo de la decadencia de
Rayón y de sus seguidores y constituyó un duro golpe al inicial optimismo
insurgente.
Al conocer la caída de
Zitácuaro, Morelos regresó a Cuautla, vía Cuernavaca, dispuesto a resistir el
asalto anunciado de Calleja. El sitio de Cuautla, que se prolongó de febrero de
mayo de 1812, ha sido interpretado de manera diferente por los panegiristas de
cada uno de los bandos. Inicialmente Morelos logró derrotar a Calleja, pero
Calleja consiguió reforzarse con tropas de refresco.
Mientras los insurgentes
se mostraban incapaces de organizar una fuerza exterior que atacase al jefe
realista por la espalda, el agotamiento de los víveres, la falta de agua y el
acoso de las epidemias diezmaron los efectivos de Morelos y le obligaron a
organizar una salida arriesgada, que culminó con notable éxito. Tanto los
insurgentes como el propio Calleja se atribuyeron el triunfo sobre sus
contrarios, pero el sitio de Cuautla, de todos modos, constituyó un modelo de
resistencia límite, que socavó y atemperó el triunfalismo del virrey.
La tercera campaña, de
junio de 1812 a agosto de 1813, fue la de mayor actividad y de más rotundo
éxito de Morelos. Reagrupadas sus fuerzas en Chiautla, con Galeana y Bravo,
durante algunos meses dominó el eje Chiautla-Tehuacán, llevó a cabo diversas
acciones contra las fuerzas realistas y trató de impedir las comunicaciones
entre la capital y el puerto de Veracruz. Al llegar el mes de noviembre se
decidió a tomar la ciudad de Oaxaca, lo que consiguió el día 25 de este mes. Se
trata de una de las acciones militares más brillante de Morelos, que contó con
el apoyo de Mariano Matamoros y Miguel Bravo, logrando derrotar a las tropas
del general español González Saravia. La brillante victoria de Morelos en
Oaxaca reforzó mucho la suerte de los insurgentes, aumentó su prestigio
personal y produjo una gran cantidad de beneficios materiales.
Durante varias semanas
Oaxaca fue el cuartel general de Morelos, que fortaleció y extendió su dominio
de la zona, al tiempo que intensificaba su labor administrativa y el
ordenamiento de la insurgencia. Creó la intendencia de la provincia y el
ayuntamiento de la ciudad, expidió reglamentos relativos a los horarios
comerciales, a la tenencia de armas, al toque de queda y al uso de una insignia
de identificación personal. También creó una Junta de Protección y Seguridad
Pública, responsable del orden y la seguridad del pueblo. En la fiesta de
acatamiento a la Junta Suprema, se presentó vistiendo un uniforme nuevo, con la
insignia de capitán general, lo que simbolizaba la cumbre de su carrera
militar.
En aquellos momentos,
estuvo dudando si penetrar en el Valle de México, como le pedían sus seguidores
de la capital, asociados en la agrupación de Los Guadalupes, o ceder al instinto
que le señalaba la necesidad de apoderarse de un puerto de mar, para fortalecer
sus relaciones con Estados Unidos y facilitar la llegada de ayudas procedentes
del exterior. Inclinado por esta segunda opción, salió de Oaxaca el 9 de enero
de 1813, atravesó la cordillera realizando marchas increíbles y, a partir de
abril, estableció el asedio de Acapulco, que se prolongó durante varios meses
hasta que el 20 de agosto consiguió su capitulación.
Pese al éxito, actualmente
se piensa que con esta decisión Morelos perdió siete preciosos meses, que
hubieran podido inclinar el resultado final de la insurgencia. De todos modos,
con la conquista de Acapulco, Morelos controlaba un territorio que se extendía
desde Guatemala hasta Colima, incluyendo la mayor parte de los actuales estados
de Oaxaca y Guerrero, así como el sur de los de Veracruz, Puebla, México y
Michoacán. En la ciudad de Oaxaca, a lo largo de casi todo el año 1813, se
publicó, por iniciativa de Morelos, el periódico insurgente Correo Americano
del Sur.
Mientras tanto se habían
producido algunas novedades en el terreno político. Conocedor Morelos de las
intenciones de Rayón de promulgar una Constitución americana, retrasó la
contestación y, cuando lo hizo, pocos días antes de conquistar Oaxaca, le expresó
sus objeciones principales: había que excluir definitivamente la mención a
Fernando VII, limitar el número de los consejeros de Estado y aceptar que la
elección del propuesto generalísimo de la república fuese de por vida, sin más
límites que "la incapacidad, la enfermedad o la edad de sesenta
años". Rayón no convirtió en ley su proyectada Constitución, entre otras
razones, porque en la ciudad de México se había publicado y acatado
públicamente la nueva Constitución española promulgada en Cádiz.
Mediado el mes de mayo,
mientras sitiaba Acapulco, se le ocurrió a Morelos la idea de convocar un
congreso nacional de representantes provinciales, como respuesta a las
iniciativas de Rayón. Después de solicitar de éste que reuniera a los miembros
de su Consejo en Chilpancingo, donde "serían reelegidos o depuestos",
dirigió un decreto a las provincias para que nombraran electores que deberían
reunirse el 8 de septiembre, con la finalidad de elegir un nuevo Congreso.
Llegado el momento, redactó el texto conocido como Sentimientos
de la Nación, que sirvió de base para las deliberaciones de los
allí reunidos. En realidad, la mayoría de las propuestas, discursos y proclamas
de Chilpancingo fueron redactadas por Carlos María Bustamante, fiel seguidor de
Morelos.
Su última campaña, de
contenido más político que militar, se desarrolló precisamente a partir de
septiembre de 1813 y llega hasta su caída en Temeslaca, en noviembre de 1815.
Instalado en Chilpancingo, Morelos formuló un plan de gobierno compuesto de 59
artículos, prácticamente un proyecto de Constitución. Reconocía el principio de
la separación de poderes, proponía que el ejecutivo lo ejerciese un
generalísimo elegido a perpetuidad y con derecho a proponer la legislación que
considerase necesaria. El legislativo quedaría en manos de un Congreso de
diputados, cuyas personas serían declaradas sagradas e inviolables, manteniendo
de momento el poder judicial existente. El artículo 17 declaraba la
independencia de España, sin hacer referencia a ningún monarca. Entre los
miembros natos del Congreso se encontraban los miembros de la Junta Suprema de
Rayón.
El 14 de septiembre, una
vez instalado el Congreso, Morelos leyó un discurso y los diputados iniciaron
el examen de las propuestas contenidas en Sentimientos de la Nación. Al día
siguiente fue elegido generalísimo por aclamación, con todos los poderes y la
facultad de nombrar sus lugartenientes, cargos que recayeron en Mariano
Matamoros y Manuel Muñíz. Hubo que esperar durante algo más de un mes a que
llegaran Rayón, Bustamante, Liceaga y Coss, pero en noviembre se celebraron
sesiones regulares y el día 6 el Congreso aprobó una declaración de
independencia, redactada por Bustamante.
Deseoso de conquistar
Valladolid, porque entendía la necesidad de contar con una ciudad en la que
establecerse, Morelos decidió su asalto, llegando a sitiarla a partir del 22 de
diciembre de 1813. Pero los realistas, reforzados los últimos meses y con la
llegada de importantes contingentes de tropas enviadas por el virrey Calleja,
obligaron a Morelos a retirarse en confusa desbandada, lo que diezmó y
desalentó a sus seguidores. De este modo se iniciaba la decadencia militar y
política del líder insurgente, obligado a retirarse y a obedecer las órdenes
del Congreso de Chilpancingo, periodo que se prolongó a lo largo de casi dos
años.
Felix María Calleja,
nombrado virrey de Nueva España, aprovechó esta situación para ejercer presión
en todos los frentes, avanzando sobre Chilpancingo, lo que obligó al Congreso a
emprender una marcha incesante, que lo llevaría finalmente a la ciudad de
Apatzingán, rumbo a Jalisco, donde acabó de discutirse y se proclamó el texto
constitucional el 22 de octubre de 1814. Morelos, entre tanto, había renunciado
al poder ejecutivo y dejó de ejercer mando militar alguno, excepto el de las
tropas de su escolta. De regreso a Acapulco, vivió momentos muy dolorosos, al
enterarse de la muerte de sus más fieles seguidores como Matamoros y Galeana,
los brazos ejecutores de su estrategia militar.
Corriendo de un lugar a
otro, medio escondido y rodeado de un escaso contingente de tropas, repelió a
las fuerzas enviadas para capturarle, participó con fidelidad admirable en los
trabajos del Congreso, mantuvo sus principios y discutió algunas de las medidas
que pretendían tomar los dirigentes de la insurgencia. A mediados de 1814
solicitó a su colaborador Peter E. Bean que se trasladara a Estados Unidos, en
demanda de ayuda y armamento.
Bean conoció al francés
Joseph A. Humbert y, a través de éste, contactó con José Álvarez de Toledo,
refugiado en Nueva Orleáns tras su fracaso de Texas. En mayo de 1815 Toledo
escribió al Congreso, recibió un nombramiento de general insurgente en el
exterior firmado por Morelos, y se ofreció para organizar una expedición en
apoyo de la independencia. Cuando José Manuel Herrera, diputado que había sido
presidente del Congreso en Chilpancingo, se trasladó a Nueva Orleáns junto con
Toledo, se abrió una ventana a la esperanza insurgente.
El Congreso, mientras
tanto, abandonó Apatzingán y se estableció en Uruapan, a la vez que elegía el
nuevo poder ejecutivo tripartito integrado por Morelos, Cos y Liceaga. Obligado
por su deseo de acercarse a un puerto de mar que le permitiera recibir la
ansiada ayuda exterior, pero también por las disensiones y enfrentamientos de
sus líderes, se decidió su traslado a Tehuacán, encargándose Morelos de
escoltar y defender a los integrantes del legislativo. Con la incorporación de
Nicolás Bravo, el contingente militar se componía de un millar de soldados, la
mitad de ellos armados. Sin embargo, llegados a Tesmalaca, seis millas más allá
del río Mezcala cerca de la actual Iguala, un destacamento realista al mando
del coronel de la Concha cayó sobre el convoy y aprehendió a Morelos, mientras
Bravo pudo escapar, protegiendo al convoy hasta su llegada a Tehuacán.
Conducido a la ciudad de
México, el 22 de noviembre de 1815 se iniciaba el primero de la serie de
juicios a que fue sometido, ya que las autoridades militar, eclesiástica y
civil se disputaron el derecho a condenarlo. Incoado con toda rapidez, el
primer juicio terminó el día 23 y enseguida se presentó al prisionero ante el
temible tribunal de la Inquisición, que lo incriminó por abandono de las
doctrinas de la Iglesia y la adopción de herejías de autores malignos. El
juicio estatal se celebró el día 28 y su declaración, registrada y anotada por
el propio Morelos, constituye una de las fuentes de información más valiosas
sobre el movimiento de independencia.
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