Ya en
su tiempo la gente lo llamaba "El Magno", el grande, el magnífico,
por la sabiduría tan admirable que había logrado conseguir. Lo llamaban también
"El Doctor Universal" porque sabía de todo: de ciencias religiosas,
de ciencias naturales, de filosofía, etc. Era geógrafo, astrónomo, físico,
químico y teólogo. La gente decía "Sabe todo lo que se puede saber" y
le daba el título de "milagro de la época", "maravilla de
conocimientos" y otros más.
Tuvo
el honor San Alberto de haber sido el maestro del más grande sabio que ha
tenido la Iglesia Católica, Santo Tomás de Aquino, y esto le aumentó su
celebridad. El descubrió el genio que había en el joven Tomás.
Nació
en Alemania en 1206. Era de familia rica y de importancia en el gobierno y en
la alta sociedad. Su padre era Conde, o sea gobernador de la región. Estudió en
la Universidad de Padua. Allí se encontró con el más grande pescador de
vocaciones, el beato Jordán de Sajonia, sucesor de Santo Domingo, y aunque el
papá de Alberto se oponía a que su hijo se hiciera religioso, sin embargo la
personalidad de Jordán fue tan impresionante para él, que dejó todo su futuro
de hacendado, político y hombre de mundo, y entró de religioso con los Padres
Dominicos.
Él
mismo contaba que de joven le costaban los estudios y por eso una noche dispuso
huir del colegio donde estudiaba. Pero al tratar de huir por una escalera
colgada de una pared, en la parte de arriba, le pareció ver a Nuestra Señora la
Virgen María que le dijo: "Alberto, ¿por qué en vez de huir del colegio,
no me rezas a Mí que soy ‘Trono de la Sabiduría?’.
Si me
tienes fe y confianza, yo te daré una memoria prodigiosa. Y para que sepas que
sí fui yo quien te la concedí, cuando ya te vayas a morir, olvidarás todo lo
que sabías". Y así sucedió. Y al final de su vida, un día en un sermón se
le olvidó todo lo que sabía, y dijo: "Es señal de que ya me voy a morir,
porque así me lo anunció la Virgen Santísima". Y se retiró de sus labores
y se dedicó a orar y a prepararse para morir, y a los pocos meses murió.
En
Colonia, en París y en varias otras universidades fue profesor brillantísimo y
de muchas naciones iban estudiantes a escuchar sus clases. Él tuvo el mérito de
haber separado la teología de la filosofía, y de haber descubierto que el
filósofo Aristóteles tiene un gran parecido con las ideas cristianas lo cual
perfeccionará luego su discípulo Santo Tomás.
Escribió
38 volúmenes, de todos los temas. Teología, filosofía, geografía, química,
astronomía, etc. Era una verdadera enciclopedia viviente.
Fue
nombrado superior provincial de su comunidad de Dominicos. Y el Sumo Pontífice
lo nombró Arzobispo de Ratisbona, pero a los dos años renunció a ese cargo para
dedicarse a dar clases y escribir, que eran sus oficios preferidos.
Habiendo
sido de familia muy rica y de alta posición social, recorrió Alemania
predicando, y viajando de limosna y hospedándose donde le dieran posada como a
un limosnero. Era una buena práctica para aumentar la virtud de la humildad.
El 15 de
noviembre de 1280, mientras charlaba tranquilamente con unos religiosos de su
comunidad, quedó muerto plácidamente. Tenía 74 años. Dejaba fama de haber sido
más sabio que todos los sabios de su tiempo. Todas las enseñanzas tenían por
fin llevar el alma hacia Dios que es amor.
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