En el norte
de Italia hay un santuario mariano sumamente famoso, visitado continuamente por
millares de peregrinos. Se llama la Casita de Nazaret en Loreto.
A este
santuario han ido en peregrinación famosos santos. Por ej. San Carlos Borromeo,
San Luis Gonzaga, Santa Teresita, San José Cupettino, San Juan Bosco, los
Pontífices Juan XXIII, Pablo VI, y Juan Pablo II, y muchos más. Es un templo
muy amado por los católicos de Europa.
Empezó a
existir este santuario cuando los Cruzados tomaron a Jerusalén y hacia el año
1200 empezaron a llevar a Italia materiales de la Tierra Santa para construir
una réplica o imitación de lo que pudo ser la casita de Jesús, José y María de
Nazaret.
Cuando
después de muchos viajes portando materiales lograron hacer una edificación
parecida a la que pudo habitar la Sagrada Familia, comenzaron a invitar a los
devotos a visitar aquel lugar sagrado y a honrar en él a la Madre de Dios.
Y, como
sucede en los santuarios de todo el mundo, comenzaron a obrarse allí admirables
milagros. Los santuarios son precisamente lugares donde Dios, misteriosamente,
sin saber por qué, concede impresionantes favores a los que van allí a pedirle
su ayuda. Quizás porque la fe del peregrino es muy viva y se aumenta con el
contagio del fervor de los demás orantes en ese lugar, en cada santuario se
consiguen gracias que en otras partes no se habían logrado obtener.
Y esto
sucede en Loreto continuamente.
Algunos, para
darle más poesía a la existencia de la Casa de Loreto, llegaron a afirmar que
esa construcción había sido llevada por los ángeles, volando por los aires,
desde Nazaret. Por eso la Virgen de Loreto es Patrona de los aviadores. Esa
narración es sólo una bella leyenda, pero a la gente le gustó y algunos hasta
la creyeron.
Nosotros al
recordar hoy en esta fiesta la Vida de María, José y el Divino Niño en Nazaret,
nos alegramos de ser amigos y devotos de tan santas y amables personas, y
pedimos a Jesús, José y María que sigan bendiciendo cada día más y más a
nuestras familias y a nuestras casas. Quiera Dios que cada uno de nuestros
hogares sea una réplica o imitación fiel del santo Hogar de Nazaret.
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