Aquiles Serdán
Alatriste nació el 2 de noviembre de 1876, y murió el 19 de noviembre de 1910 fue un líder del antirreeleccionismo maderista revolucionario que
nació y murió en Puebla.
Aquiles Serdán fue el tercer hijo de
Manuel Serdán Guanes y María del Carmen Alatriste Cuesta. Tuvo dos hermanas
mayores que él, Carmen y Natalia, y un hermano menor, Máximo. Manuel Serdán era
originario del estado mexicano de Veracruz, mientras que María del Carmen era
hija de Miguel Cástulo Alatriste, gobernador de
Puebla en la época de la Reforma en México.
El 6 de enero de 1908, Aquiles Serdán
se casó con Filomena del Valle y Abelleyra, hija del ingeniero Eduardo del
Valle y Ochoa y de Filomena Abelleyra. Del matrimonio entre Aquiles y Filomena
nacieron tres hijos: Aquiles, Héctor y Sara. Ésta última nació tres meses
después de la muerte de Aquiles Serdán.
En 1908 el presidente, Porfirio Díaz,
declaró en una entrevista concedida al periodista norteamericano James Creelman
que "vería con agrado la creación de partidos de oposición en nuestro
país". Tales palabras causaron gran revuelo y alentaron las aspiraciones
de varios políticos de esos años.
Los más destacados fueron el general Bernardo
Reyes, secretario de Guerra y Marina de Porfirio Díaz, y Francisco
I. Madero, hijo de un terrateniente coahuilense. Francisco I. Madero era un ferviente anti reeleccionista,
y en 1909 publicó el libro La sucesión presidencial en 1910.
Comenzó una campaña política por todo el país, hecho sin precedentes en la
historia de México.
En Puebla, Aquiles Serdán y algunos
simpatizantes fundaron el 18 de julio de 1909 el club político Luz y Progreso,
el cual estaba formado por 66 miembros, hombres todos ellos. Sin embargo la
actividad política de Aquiles Serdán se remontó a tiempo atrás y esta actividad
provocó que en febrero de ese 1909 fuera arrestado cuando participó de una
manifestación política en protesta por la reelección del gobernador Mucio
Praxedis Martínez.
En la pequeña imprenta de Gilberto
Carrillo los anti reeleccionistas al mando de Aquiles Serdán publicaron el
semanario "La No Reelección" de un tiraje muy limitado, pues los
rebeldes contaron con muy pocos recursos económicos. En uno de los documentos
de "Luz y Progreso", afirmó que la república sería salvada no por los
hombres acostumbrados a gobernarla en forma despótica, sino "por los hombres
que no hayan manchado su conciencia cometiendo atentados contra la Ley".
El activismo político de Aquiles Serdán era conocido por la policía poblana
desde principios de julio de 1910 cuando fueron capturados dos anti
reeleccionistas vendiendo unos rifles y declararon que esas armas se las
proporcionó Aquiles Serdán.
Cuando se efectuaron las elecciones,
Francisco I. Madero fue encarcelado y cuando Porfirio Díaz fue declarado
vencedor y reelecto nuevamente como presidente, liberó a Madero y éste emigró a
Texas. Poco tiempo después, Aquiles Serdán se reunió con Francisco I. Madero en
Texas. Regresó a Puebla a finales de octubre o inicios de noviembre de 1910 con
la encomienda de liderar la revolución anti reeleccionista desde Puebla.
Aquiles Serdán es encomendado por
Madero para encabezar la revuelta en el estado de Puebla el día 20 de
noviembre de 1910.
El 17 de
noviembre, el gobernador de Puebla recibió informes de que Madero había
llamado a sus seguidores para que iniciaran la revuelta el próximo día 20.
Ordenó que a la mañana siguiente se realizara un nuevo cateo para detener a los
Serdán.
Avisado de que el levantamiento corría
peligro, ese mismo día Aquiles Serdán reunió a sus seguidores y propuso
adelantarse a la fecha establecida.
En la mañana del 18 de
noviembre, cuatro policías al mando del coronel Miguel Cabrera,
efectuaron un cateo a la casa de los Serdán.
Durante esta acción los anti reeleccionistas ocultos en la casa de los Serdán
mataron a Miguel Cabrera, al sargento Vicente Murrieta y capturaron al mayor
Modesto Fregoso. Los demás policías presentes en el cateo, Blas López y Manuel
Barroso, lograron salir con vida y dieron aviso al cuartel.
Mientras llegaba la policía, los
antirreelecionistas se organizaron en el interior de la casa. La mayoría de
ellos, al mando de Máximo Serdán, se apostaron en la azotea de la casa,
mientras que las mujeres de la familia Serdán y Aquiles permanecieron en la
planta baja.
La batalla entre los policías y los
antirreelecionistas duró cuatro horas y media y al término de ella habían
muerto Máximo Serdán y todos los anti reeleccionistas que estaban en la azotea.
Alrededor de las doce de la mañana de ese 18 de noviembre y antes que la tropa
entrara a la planta baja a buscar a Aquiles Serdán, éste decidió esconderse en
un agujero del piso de su recámara formado por la remoción de las tablas, el
cual se había usado para ocultar armas. Su esposa, Filomena del Valle, le ayudó
a ocultarse colocando las tablas del piso en su lugar. En ese sitio permaneció
durante las siguientes catorce horas.
Como en el saqueo de la casa posterior
a la batalla no se había encontrado a Aquiles, se quedó en ella una veintena de
soldados custodiándola.
De las dos de la tarde a las nueve de la noche no hubo
ningún incidente pero a dar las diez se escucharon unos ruidos cerca del
comedor que alertaron y asustaron a la tropa presente. Ante la posibilidad de
un nuevo ataque de los anti reeleccionistas, se solicitó al cuartel que enviara
refuerzos.
Unos minutos después llegaron treinta
policías más. Desde las diez de la noche del 18 hasta las dos de la mañana del
19 de noviembre custodiaban la casa cincuenta policías repartidos entre las
habitaciones, los patios y la azotea. La casa estaba a oscuras salvo la sala y la
cocina.
Los policías al mando
de la tropa, Porfirio Gómez y Francisco Lozano, relataron la muerte de Aquiles.
Ambos policías contaron que alrededor de las dos de la mañana escucharon varios
disparos provenientes del área del comedor de la casa y que al llegar a ese
sitio en él se encontraban ocho o nueve policías contemplando a un hombre
muerto a la entrada del comedor.
Cuando fueron encendidas las luces, se dieron
cuenta que el muerto era Aquiles Serdán y dieron aviso a Joaquín Pita, jefe político
de la ciudad, quien al constatar lo dicho por los policías ordenó que el
cadáver de Aquiles fuera llevado a la penitenciaría de la ciudad.
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