Santa Vinciana era la hermana y colaboradora de san Leobaldo a quien
el Papa Martín I había enviado a los cristianos de Maastricht Limburgo holandés.
Éstos habían sido tan mal convertidos que continuaban expulsando y
asesinando a los sacerdotes si los sermones y exhortaciones morales les
disgustaban.
Leobaldo y su hermana se establecieron en Winterhoven en medio de los
más salvajes de estos feligreses.
Vinciana cuidaba la casa de su hermano, preparaba la comida y le
asistía en su trabajo apostólico.
El cielo bendijo su abnegación y ambos dejaron tan buen recuerdo que
fueron elevados a los altares y sus reliquias solicitadas durante largo tiempo.
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