sábado, 28 de febrero de 2015

SAN LEANDRO ARZOBISPO



San Leandro se ha hecho famoso porque fue el que logró que se convirtieran al catolicismo las tribus de visigodos que invadieron a España y el que logró que su rey se hiciera un fervoroso creyente.

Su madre era hija Teodorico, rey de los Ostrogodos, que invadieron a Italia. Tuvo tres hermanos santos. San Fulgencio, obispo de Écija. San Isidoro, que fue el sucesor de Leandro en el arzobispado de Sevilla, y Santa Florentina.

Desde niño se distinguió Leandro por su facilidad para hablar en público y por la enrome simpatía de su personalidad. Siendo muy joven entró de monje a un convento de Sevilla y se dedicó a la oración, al estudio ya la meditación.

Cuando murió el obispo de Sevilla, el pueblo y los sacerdotes lo eligieron a él para que lo reemplazara. Desde entonces Leandro se dedicó por completo a convertir a los arrianos, esos herejes que negaban que Jesucristo sea Dios. El rey de los visigodos, Leovigildo, era arriano, pero San Leandro obtuvo que el hijo del rey, San Hermenegildo, se hiciera católico. Esto disgustó enormemente al arriano Leovigildo, el cual mandó matar a Hermenegildo. El joven heredero del trono prefirió la muerte antes que renunciar a su verdadera religión y murió mártir. La Iglesia lo ha declarado santo. La conversión de Hermenegildo fue un fruto de las oraciones y de las enseñanzas de San Leandro.

Leandro fue enviado con una embajada o delegación a Constantinopla y allá trabó amistad con San Gregorio Magno, que era embajador del Sumo Pontífice. Desde entonces estos dos grandes santos y sabios tuvieron una gran amistad que fue de mucho provecho para el uno y el otro. Se escribían, se consultaban y se aconsejaban frecuentemente. Y se cumplió lo que dice la Sagrada Escritura: "Encontrar un buen amigo, es mejor que encontrar un tesoro".

El rey desterró al obispo Leandro por haber convertido a Hermenegildo al catolicismo. Y el santo aprovechó el destierro para escribir dos libros contra el arrianismo, probando que Jesucristo sí es verdadero Dios y que los herejes que dicen que Cristo no es Dios, están totalmente equivocados.

El rey Leovigildo estando moribundo se dio cuenta de la injusticia que había hecho al desterrar a Leandro y lo mandó volver de España y antes de morir le recomendó que se encargara de la educación de su hijo y nuevo rey de España, Recaredo. Y esto fue algo providencial, porque el santo obispo se dedicó a instruir sumamente bien en la religión a Recaredo y lo hizo un gran católico. Y luego San Leandro demostró tal sabiduría en sus discusiones con los jefes arrianos que logró convertirlos al catolicismo. Y así toda España se hizo católica: El rey Recaredo, sus ministros y gobernadores y los jefes de los arrianos. El que más alegría sintió por esto fue el Sumo Pontífice San Gregorio Magno, el cual envió a San Leandro una carta de felicitación y lo nombró Arzobispo.

San Leandro reunió a todos los obispos de España en un Concilio en Toledo y allí dictaron leyes sumamente sabias para obtener la santificación de los sacerdotes, y el buen comportamiento de los fieles católicos. Para recordarle a la gente que Jesucristo es Dios como el Padre y el Espíritu Santo, mandó este buen arzobispo que en la Santa Misa se recitara el Credo que ahora se dice en las Misas de los domingos costumbre que después siguió la Iglesia católica en todo el mundo.

Dios, a las personas que quiere hacer llegar a mayor santidad las hace sufrir más, para que ganen más premios en el cielo. San Leandro sufrió de muchas enfermedades con gran paciencia. Y uno de los males que más lo atormentó fue la gota, en las piernas o inflamación dolorosa de las articulaciones por cristalización del ácido úrico. El Papa San Gregorio, que también sufría de ese mismo mal, le escribió diciéndole: "Dichosa enfermedad que nos hace ganar méritos para el cielo y al obligarnos a estar quietos nos brinda la ocasión de dedicarnos más al estudio y a la oración".

San Leandro murió en el año 596 y España lo ha considerado siempre como un gran benefactor y como Doctor de la Iglesia.

San Leandro bendito: que también los gobernantes de ahora se conviertan como tu discípulo Recaredo, en fervientes católicos.

Amen

RODOLFO FIERRO



Nacido en El FuerteSinaloa, en 1880, Rodolfo Fierro fue uno de los lugartenientes de mayor confianza de Pancho Villa; su gatillero y brazo ejecutor en el sentido literal del término. Sabía apretar el gatillo por obligación pero lo disfrutaba más cuando disparaba por devoción, por gusto, por placer.

Al estallar la revolución constitucionalista contra Victoriano Huerta, Fierro militaba en las filas de Tomás Urbina, otro de los generales villistas de dudosa honestidad. A Villa le llamó la atención su valor y audacia. Supo de inmediato que era un hombre temerario hasta la locura; no temía morir, por eso se le facilitaba matar; era despiadado y su lealtad incuestionable. Fierro conoció a Villa en septiembre de 1913 y cayó seducido ante el carisma del Centauro.

“Lugarteniente cruel y sanguinario de Villa –escribió Luis Aguirre Benavides, secretario particular del Centauro-, Fierro no carecía de cierta cultura; alto, fornido, de buena presencia y simpático en su trato. Era buen compañero y amigo, valiente y resuelto hasta la temeridad en los combates; de todas las confianzas y consideraciones del general Villa, quien siempre le confiaba comisiones en las que se necesitaba valor y pocos o ningunos escrúpulos; era capaz de hacer todo con tal de complacer y dejar contento a su jefe”.

No hubo batalla en la última etapa de la revolución contra Huerta, en la que el sanguinario lugarteniente de Villa no estuviera presente. Participó en las tomas de TorreónSan Pedro de las ColoniasParedón y Zacatecas. Siempre obediente, siempre sumiso, siempre temerario, Fierro era como el cancerbero de Hades que cuidaba el inframundo, con lealtad absoluta y aun a costa de su vida, cuidaba los pasos de Villa.

El Centauro admiraba la naturalidad con que Fierro disponía de las vidas ajenas. No dudaba, no padecía, no se cuestionaba. Si por momentos era cruel divirtiéndose con los prisioneros, en otros parecía un ser amoral, matar y morir, formaban parte de esa extraña cotidianidad marcada por la violencia revolucionaria. Vivir el instante, el momento, el siguiente minuto parecía suficiente porque no existía el futuro, sólo el presente.

Fierro se solazaba ejecutando prisioneros con sus propias manos. Una de las descripciones más célebres fue escrita por Martín Luis Guzmán en su novela El águila y la serpiente bajo el título “La fiesta de las balas”. Si bien, la matanza de 300 prisioneros, uno por uno, a manos de Fierro -que dispuso de dos pistolas para alternarlas porque se calentaban de tanto disparar-, no está documentada, lo cierto es que entre las tropas villistas era llamado El carnicero.

Rodolfo Fierro amarra una navaja a un gallo de pelea en presencia de su jefe Francisco Villa.

“Una de sus morbosidades es matar prisioneros –continúa Ramón Puente-, tiene innata la disposición de verdugo, la misma voluptuosidad de esos sacrificadores de hombres que acaban por encallecerse en el oficio y sentir la necesidad de ejercitarlo para que no se enmohecieran sus herramientas”.

Decenas de personas, cuyos nombres se perdieron entre el polvo de la historia, cayeron atravesadas por las balas de Fierro. Con motivos o sin motivos, por una discusión, por un capricho, por una borrachera, cualquier circunstancia la resolvía Fierro con una bala.

Hombre violento y desalmado, aunque simpático en el trato y ocurrente, Rodolfo Fierro pasó a la historia como una leyenda más de las construidas en torno a Pancho Villa. Su tristemente célebre fama, llegó hasta el cine nacional y Carlos López Moctezuma lo interpretó en varias películas filmadas sobre el Centauro del Norte, al lado de Pedro Armendáriz. Al menos en el séptimo Arte, Fierro se ganó la simpatía del público.

Luis Aguirre Benavides –secretario de Villa-, explica la presencia natural de hombres como Fierro: “Era, sin embargo, sumamente útil en aquel medio siniestro, en el que eran necesarios hombres valientes, decididos y sin ningún escrúpulo de conciencia, para llevar adelante los designios, con frecuencia injustos o equivocados del jefe de la Revolución en Chihuahua”.

viernes, 27 de febrero de 2015

SAN GABRIEL DE LA DOLOROSA



Nació en Asís, Italia en 1838. Su nombre en el mundo era Francisco Possenti. Era el décimo entre 13 hermanos. Su padre trabajaba como juez de la ciudad.

A los 4 años quedó huérfano de madre. El papá, que era un excelente católico, se preocupó por darle una educación esmerada, mediante la cual logró ir dominando su carácter fuerte que era muy propenso a estallar en arranques de ira y de mal genio.

Tuvo la suerte de educarse con dos comunidades de excelentes educadores: los Hermanos Cristianos y los Padres Jesuitas; y las enseñanzas recibidas en el colegio le ayudaron mucho para resistir los ataques de sus pasiones y de la mundanalidad.

El joven era sumamente esmerado en vestirse a la última moda. Y sus facciones elegantes y su fino trato, a la vez que su rebosante alegría y la gran agilidad para bailar, lo hacían el preferido de las muchachas en las fiestas. Su lectura favorita eran las novelas, pero le sucedía como en otro tiempo a San Ignacio, que al leer novelas, en el momento sentía emoción y agrado, pero después le quedaba en el alma una profunda tristeza y un mortal hastío y abatimiento. Sus amigos lo llamaban "el enamoradizo". Pero los amores mundanos eran como un puñal forrado con miel". Dulces por fuera y dolorosos en el alma.

En una de las 40 cartas que de él se conservan, le escribe a un antiguo amigo, cuando ya se ha entrado de religioso: "Mi buen colega; si quieres mantener tu alma libre de pecado y sin la esclavitud de las pasiones y de las malas costumbres tienes que huir siempre de la lectura de novelas y del asistir a teatros donde se dan representaciones mundanas. Mucho cuidado con las reuniones donde hay licor y con las fiestas donde hay sensualidad y huye siempre de toda lectura que pueda hacer daño a tu alma. Yo creo que si yo hubiera permanecido en el mundo no habría conseguido la salvación de mi alma. ¿Dirás que me divertí bastante? Pues de todo ello no me queda sino amargura, remordimiento y temor y hastío. Perdóname si te di algún mal ejemplo y pídele a Dios que me perdone también a mí".

Al terminar su bachillerato, y cuando ya iba a empezar sus estudios universitarios, Dios lo llamó a la conversión por medio de una grave enfermedad. Lleno de susto prometió que si se curaba de aquel mal, se iría de religioso. Pero apenas estuvo bien de salud, olvidó su promesa y siguió gozando del mundo.

Un año después enferma mucho más gravemente. Una laringitis que trata de ahogarlo y que casi lo lleva al sepulcro. Lleno de fe invoca la intercesión de un santo jesuita martirizado en las misiones y promete irse de religioso, y al colocarse una reliquia de aquel mártir sobre su pecho, se queda dormido y cuando despierta está curado milagrosamente. Pero apenas se repone de su enfermedad empieza otras vez el atractivo de las fiestas y de los enamoramientos, y olvida su promesa.
Es verdad que pide ser admitido como jesuita y es aceptado, pero él cree que para su vida de hombre tan mundano lo que está necesitando es una comunidad rigurosa, y deja para más tarde el entrar a una congregación de religiosos.

Estalla la peste del cólera en Italia. Miles y miles de personas van muriendo día por día. Y el día menos pensado muere la hermana que él más quiere. Considera que esto es un llamado muy serio de Dios para que se vaya de religioso. Habla con su padre, pero a éste le parece que un joven tan amigo de las fiestas mundanas se va a aburrir demasiado en un convento y que la vocación no le va a durar quizá ni siquiera unos meses.

Pero un día asiste a una procesión con la imagen de la Virgen Santísima. Nuestro joven siempre le ha tenido una gran devoción a la Madre de Dios y probablemente esta devoción fue la que logró librarlo de las trampas del mundo y en plena procesión levanta sus ojos hacia la imagen de la Virgen y ve que Ella lo mira fijamente con una mirada que jamás había sentido en su vida. Ante esto ya no puede resistir más. Se va a donde su padre a rogarle que lo deje irse de religioso. El buen hombre le pide el parecer al confesor de su hijo, y recibida la aprobación de este santo sacerdote, le concede el permiso de entrar a una comunidad bien rígida y rigurosa, los Padres Pasionistas.

Al entrar de religioso se cambia el nombre y en adelante se llamará Gabriel de la Dolorosa. Gabriel, que significa: el que lleva mensajes de Dios. Y de la Dolorosa, porque su devoción mariana más querida consiste en recordar los siete dolores o penas que sufrió la Virgen María. Desde entonces será un hombre totalmente transformado.

Gabriel había gozado siempre de muchas comodidades en la vida y le había dado gusto a sus sentidos y ahora entra a una comunidad donde se ayuna y donde la alimentación es tosca y nada variada. Los primeros meses sufre un verdadero martirio con este cambio tan brusco, pero nadie le oye jamás una queja, ni lo ve triste o disgustado.

Gabriel lo que hacía, lo hacía con toda el alma. En el mundo se había dedicado con todas sus fuerzas a las fiestas mundanas, pero ahora, entrado de religioso, se dedicó con todas las fuerzas de su personalidad a cumplir exactamente los Reglamentos de su Comunidad. Los religiosos se quedaban admirados de su gran amabilidad, de la exactitud total con la que cumplía todo lo que se le mandaba, y del fervor impresionante con el que cumplía sus prácticas de piedad.

Su vida religiosa fue breve. Apenas unos seis años. Pero en él se cumple lo que dice el Libro de la Sabiduría: "Terminó sus días en breve tiempo, pero ganó tanto premio como si hubiera vivido muchos años".

Su naturaleza protestaba porque la vida religiosa era austera y rígida, pero nadie se daba cuenta en lo exterior de las repugnancias casi invencibles que su cuerpo sentí ante las austeridades y penitencias. Su director espiritual sí lo sabía muy bien.

Al empezar los estudios en el seminario mayor para prepararse al sacerdocio, leyó unas palabras que le sirvieron como de lema para todos sus estudios, y fueron escritas por un sabio de su comunidad, San Vicente María Strambi. Son las siguientes: "Los que se preparan para ser predicadores o catequistas, piensen mientras estudian, que una inmensa cantidad de pobres pecadores les suplica diciendo: por favor: prepárense bien, para que logren llevarnos a nosotros a la eterna salvación". Este consejo tan provechoso lo incitó a dedicarse a los estudios religiosos con todo el entusiasmo de su espíritu.

Cuando ya Gabriel está bastante cerca de llegar al sacerdocio le llega la terrible enfermedad de la tuberculosis. Tiene que recluirse en la enfermería, y allí acepta con toda alegría y gran paciencia lo que Dios ha permitido que le suceda. De vómito de sangre en vómito de sangre, de ahogo en ahogo, vive todo un año repitiendo de vez en cuando lo que Jesús decía en el Huerto de los Olivos: "Padre, si no es posible que pase de mí este cáliz de amargura, que se cumpla en mí tu santa voluntad".

La Comunidad de los Pasionistas tiene como principal devoción el meditar en la Santísima Pasión de Jesús. Y al pensar y repensar en lo que Cristo sufrió en la Agonía del Huerto, y en la Flagelación y coronación de espinas, y en la Subida al Calvario con la cruz a cuestas y en las horas de mortal agonía que el Señor padeció en la Cruz, sentía Gabriel tan grande aprecio por los sufrimientos que nos vuelven muy semejantes a Jesús sufriente, que lo soportaba todo con un valor y una tranquilidad impresionantes.

Pero había otra gran ayuda que lo llenaba de valor y esperanza, y era su fervorosa devoción a la Madre de Dios. Su libro mariano preferido era "Las Glorias de María", escrito por San Alfonso, un libro que consuela mucho a los pecadores y débiles, y que aunque lo leamos diez veces, todas las veces nos parece nuevo e impresionante. La devoción a la Sma. Virgen llevó a Gabriel a grados altísimos de santidad.

A un religioso le aconsejaba: "No hay que fijar la mirada en rostros hermosos, porque esto enciende mucho las pasiones". A otro le decía: "Lo que más me ayuda a vivir con el alma en paz es pensar en la presencia de Dios, el recordar que los ojos de Dios siempre me están mirando y sus oídos me están oyendo a toda hora y que el Señor pagará todo lo que se hace por él, aunque sea regalar a otro un vaso de agua".

Y el 27 de febrero de 1862, después de recibir los santos sacramentos y de haber pedido perdón a todos por cualquier mal ejemplo que les hubiera podido dar, cruzó sus manos sobre el pecho y quedó como si estuviera plácidamente dormido. Su alma había volado a la eternidad a recibir de Dios el premio de sus buenas obras y de sus sacrificios. Apenas iba a cumplir los 25 años.

Poco después empezaron a conseguirse milagros por su intercesión y en 1926 el Sumo Pontífice lo declaró santo, y lo nombró Patrono de los Jóvenes laicos que se dedican al apostolado.

OTILIO MONTAÑO



Otilio Edmundo Montaño Sánchez fue un líder rebelde y campesino de la Revolución mexicana. Nació en Villa de Ayala, Morelos el 13 de diciembre de 1887.

Fue hijo de Esteban Montaño Medina y de Guadalupe Sánchez Salgado. Realizó sus estudios en Cuautla, Morelos. Fue profesor en las escuelas de Tepalcingo y de Jonacatepec y director de la escuela de Villa de Ayala; más tarde se trasladó a Yautepec, donde entró en contacto con Amador Salazar. En1910 simpatizó con la candidatura de Francisco I. Madero, y en marzo de 1911 se unió al movimiento maderista encabezado por Pablo Torres Burgos y Emiliano Zapata, operando en la zona central del estado de Morelos, junto con Amador Salazar y Felipe Neri Jiménez.

Ante el rompimiento zapatista con Francisco I. Madero, permaneció fiel al movimiento morelense. Por órdenes de Zapata redactó el Plan de Ayala, que fue proclamado en noviembre de 1911 en Ayoxustla, Puebla, por lo que es considerado el autor intelectual de este documento. Tras el asesinato de Francisco I. Madero, Zapata le ordenó adaptar el Plan de Ayala para desconocer formalmente al gobierno de Victoriano Huerta. Fue miembro de la Junta Revolucionaria del Centro y Sur de la República, que en abril de 1913 se reunió para trazar las metas revolucionarias y reorganizar militarmente el alto mando del movimiento zapatista. En enero de 1914 fue comisionado al estado de Guerrero para firmar un tratado de adhesión a los postulados del Plan de Ayala con el Gral. Julián Blanco. Posteriormente fue designado por Zapata para concurrir a la Convención de Aguascalientes, pero no pudo asistir por motivos de salud, nombrando en su lugar al periodista Paulino Martínez. En diciembre de 1914 acompañó al general Zapata, a su primera entrevista con el Gral. Francisco Villa, en Xochimilco, Distrito Federal, pronunciando en esa ocasión un discurso de bienvenida. Del 15 de junio al29 de julio de 1915 fue nombrado secretario de Instrucción Publica del gobierno convencionista de Francisco Lagos Cházaro. En noviembre de 1916 fue uno de los fundadores del Centro de Consulta para la Propaganda de Unificación Revolucionaria; en Tlaltizapán fue designado agente en Guerrero de este centro.

A principios de 1917 existía ya un cierto distanciamiento entre Montaño y Zapata, debido al rechazo y la oposición entre Manuel Palafox y Antonio Díaz Soto y Gama hacia Montaño; incluso comenzó a meditar sobre abandonar el movimiento. Se refugió, junto con Lorenzo Vázquez Herrera, en la población de Buenavista de Cuéllar, donde había una colonia de zapatistas furtivos, pero en mayo de 1917 estallo ahí una revuelta, debido a que los zapatistas marginados pedían el reconocimiento de Venustiano Carranza. Zapata ordenó sofocar el movimiento y Montaño fue acusado de haber sido su director intelectual. A pesar de haberse declarado inocente, fue enjuiciado y declarado culpable. El 18 de mayo escribió su testimonio político, en el que acusó a los políticos cercanos al general suriano de haberle fabricado un complot. Murió ejecutado el mismo día en la plaza principal de Tlaltizapan, Estado de Morelos.

jueves, 26 de febrero de 2015

SAN PORFIRIO



San Porfirio nació en Tesalónica aquella ciudad a la cual San Pablo escribió sus dos cartas a los tesalonicenses. Tesalónica queda en Macedonia, y Macedonia está situada al norte de Grecia.

A los 25 años dejó su ciudad y su familia y se fue de monje a Egipto a rezar y meditar y hacer penitencia.

Cinco años más tarde pasó a Palestina y se fue a vivir a una cueva cerca del río Jordán. Pero allí la humedad lo hizo enfermar de reumatismo y cinco años después se fue a vivir a Jerusalén. En esta ciudad cada día visitaba el Santo Sepulcro, el Huerto de los Olivos, la Casa de la Ultima Cena y los demás santos lugares donde estuvo Nuestro Señor. Su reumatismo lo hacía caminar muy despacio y con grandes dolores y apoyado en un bastón. Sin embargo ningún día dejaba de ir a los Santos Lugares y Comulgar.

En aquellos tiempos llegó a Jerusalén un cristiano llamado Marcos, el cual se quedó admirado de que este hombre tan enfermo y con tan grandes dolores reumáticos no dejaba ningún día visitar los Santos Lugares para dedicarse allí a rezar y a meditar. Un día al ver que el santo sufría tanto al subir las escalinatas del templo, Marcos se ofreció para ayudarle pero Porfirio se negó a aceptar su ayuda diciéndole: "No está bien que habiendo venido yo aquí a expiar mis pecados sufriendo y rezando, me deje ayudar de ti para disminuir mis dolores. Déjame sufrir un poco, que lo necesito para pagarle a Dios mis muchos pecados". Marcos lo admiró más desde ese día y en adelante fue su compañero, su amigo y el que escribió después la biografía de este santo.

Lo único que le preocupaba a Porfirio era que no había vendido la herencia que sus padres le habían dejado en su patria, la cual quería repartir entre los pobres.

Confió esta misión a Marcos, que partió rumbo a Tesalónica y a los tres meses volvió con el dinero de la venta de todas aquellas tierras, dinero que Porfirio repartió totalmente entre las gentes más pobres de Jerusalén.

Cuando Marcos se fue a Tesalónica estaba Porfirio muy débil y agotado, pálido y sin fuerzas. Y al volver a Jerusalén lo encontró de buenos colores y lleno de vigor y fuerzas. Le preguntó cómo había sucedido semejante cambio tan admirable y Porfirio le dijo:

"Mira, un día vine al Santo Sepulcro a orar, y mientras rezaba sentí que Jesucristo se me aparecía en visión y me decía: ‘Te devuelvo la salud para que te encargues de cuidar mi cruz’. Y quedé instantáneamente curado de mi reumatismo. Lo que los médicos no pudieron hacer en muchos años, lo hizo Jesús en un solo instante, porque para El todo es posible".

Y en adelante se quedó ayudando en la Iglesia del Santo Sepulcro, custodiando la parte de la Santa Cruz que allí se conservaba.

Como Porfirio había repartido toda su herencia entre los pobres, tuvo él que dedicarse a trabajos manuales para poder ganarse la vida. Aprendió a fabricar sandalias y zapatos y a trabajar en cuero y así ganaba para él y para ayudar a otros necesitados. Marcos, que era un hábil escribiente y ganaba buen dinero copiando libros, le propuso que él costearía toda su alimentación para que no tuviera que dedicarse a trabajos manuales agotadores. San Porfirio le dijo: "No olvidemos que San Pablo dijo en su segunda Carta a los tesalonicenses: "El que no quiere trabajar, que tampoco coma"; siguió ganándose el pan con el sudor de la frente, hasta los 40 años.

El obispo de Jerusalén al ver tan piadoso y santo a Porfirio lo ordenó de sacerdote. Y poco después recibió una carta del obispo de Cesárea pidiéndole que le enviara un santo sacerdote para darle una misión. Como Porfirio era un verdadero penitente que ayunaba cada día y rezaba horas y horas y ayudaba a cuanto pobre podía, el obispo de Jerusalén lo envió a Cesárea.

Y aquella noche tuvo Porfirio un sueño. Oyó que Jesús le decía: "Hasta ahora te has encargado de custodiar mi Santa Cruz. De ahora en adelante te encargarás de cuidar a unos hermanos míos muy pobres". Con eso entendió el santo que ya no seguiría viviendo en Jerusalén.

Al llegar a Cesárea el obispo de allá lo convenció de que debía aceptar ser obispo de Gaza, que era una ciudad muy pobre. Después de que le rogaron mucho, al fin exclamó: "Si esa es la voluntad de Dios, que se haga lo que El quiere y no lo que quiera yo". Y aceptó.

Al llegar a Gaza los paganos promovieron grandes desórdenes porque sentían que con este hombre se iba a imponer la religión de Cristo sobre las falsas religiones de los ídolos y falsos dioses. Porfirio no se dio por ofendido sino que se dedicó a instruir a los ignorantes y a ayudar a los pobres y así se fue ganando las simpatías de la población.

La ciudad de Gaza y sus alrededor estaban sufriendo un verano terrible y muy largo. Las cosechas se perdían y no se hallaban ya agua ni para beber. Los paganos esparcieron la calumnia de que todo esto era un castigo a los dioses por haber llegado allí Porfirio con su doctrina y sus cristianos. Y empezaron a tratar muy mal al obispo y a sus fieles seguidores. Entonces San Porfirio organizó una procesión de rogativas por las calles, rezando y cantando para que Dios enviara la lluvia, y al terminar la procesión se descargó un torrencial aguacero que llenó de vida y frescor todos los alrededores.

Los paganos se propusieron que de todos modos sacarían a Porfirio y a sus cristianos de aquella región y empezaron a emplear medidas muy violentas contra ellos. Pero se equivocaron. Creyeron que la piedad y la bondad del obispo eran debilidad y cobardía, y no era así. El santo se fue a donde el jefe del imperio que vivía en Constantinopla y obtuvo que le dieran un fuerte batallón de soldados que puso orden y paz en la ciudad. Y ya los paganos no pudieron atacarlo más. El no agredía a nadie, pero buscaba quién lo defendiera cuando trataban injustamente de acabar con la santa religión de Cristo.

Y después de varios años la acción evangelizadora de Porfirio y de sus sacerdotes llegó a ser tan eficaz que se acabó por completo allí la religión pagana de los falsos dioses, y desaparecieron los templos de los ídolos. Las gentes quemaron todos sus libros de magia y ya no hubo más consultas a brujas o espiritistas ni creencias supersticiosas.

San Porfirio construyó en Gaza un bellísimo templo. El día en que empezó la construcción del nuevo edificio recorrió la ciudad con enorme gentío cantando salmos y bendiciendo a Dios. Cada fiel llevaba alguna piedra o algún ladrillo u otro material para contribuir a la edificación de la Casa de Dios. La construcción duró cinco años y toda la ciudad colaboró con mucha generosidad. El día de la Consagración de la nueva catedral domingo de Pascua del año 408 el santo repartió abundantísimas limosnas a todos los pobres de la ciudad. Siempre fue sumamente generoso en ayudar a los necesitados.

Los últimos años los dedicó pacíficamente a instruir y enfervorizar a sus sacerdotes y al pueblo con sus predicaciones, con su buen ejemplo y su oración.

El 26 de febrero del año 420 murió santamente.

miércoles, 25 de febrero de 2015

GONZALO ESCOBAR



General José Gonzalo Escobar fue un militar mexicano que participó en la Revolución mexicana.

Nació en Mazatlán, Sinaloa, en 1892. Se incorporó en 1913 a la lucha constitucionalista; destacó en el Cuerpo de Ejército del Noroeste. Fiel a Venustiano Carranza combatió y derrotó dos veces a Francisco Villa en 1914 y 1915. Participó en la lucha sonorense contra Venustiano Carranza en 1920 y representó a Adolfo de la Huerta en la revolución de Villa.

Fue jefe de operaciones en varias entidades federativas y luchó en 1924 contra la Rebelión delahuertista, triunfando en la Batalla de Palo Verde y en la Toma de Ocotlán. También combatió al Gral. Arnulfo R. Gómez en 1927, a quién derrotó, hizo prisionero, y ejecutó.

En marzo de 1929 se rebeló a su vez, encabezando un movimiento que se llamó “Renovador” y que lanzó el manifiesto de Hermosillo, Sonora, contra Emilio Portes Gil cuando éste era presidente interino; el movimiento tenía como primer objetivo evitar que Calles impusiera al nuevo presidente Pascual Ortiz Rubio, el segundo objetivo era colocar a Escobar como sucesor de Portes Gil; llegó a tomar las plazas de Saltillo, Durango, Parral, Navojoa, Nogales, Monterrey, Veracruz, Torreón y otras en los estados de Sinaloa y Sonora; a este movimiento se le conoce como Rebelión escobarista, trató de financiarse saqueando a los bancos particulares de las poblaciones mencionadas, excepto los del puerto de Veracruz, y al recién creado Banco de México, dinero que se llevaron los rebeldes en su huida a Estados Unidos, curiosamente los generales que lo secundaron y que saquearon los bancos Nacional de México, de Londres y México, entre los más importantes, aceptaron firmar los documentos que comprobaban los montos que se llevaron de cada uno de ellos.

Respecto al Banco de México, se tiene que el Gral. Escobar tenía cuenta en él, y aunque se había apoderado de buena parte de sus fondos durante su movimiento rebelde, ya posteriormente, en 1938, solicitaría que se le entregaran 28 mil pesos correspondientes a su cuenta personal, los que se le entregaron dado que el Gobierno Federal jamás había ordenado su incautación.

Cabe señalarse que al fracasar el movimiento y derrotado por generales federales, siendo Secretario de Guerra interino el Plutarco Elías Calles, dado que el Gral. Joaquín Amaro debido a un accidente no pudo continuar como titular de dicha Secretaría.

El Gral. Escobar huyó de México, saliendo por Ciudad Juárez, llevándose su valioso botín de guerra, para terminar exiliándose en Canadá, pudiendo regresar a México hasta el año de 1943 cuando el Presidente de la República el general Manuel Ávila Camacho quien tratando de ejercer una política conciliadora en todos los niveles, le otorgó el perdón.

Curiosa o paradójicamente se tiene que para el año 1952 J. Gonzalo Escobar ya había sido ascendido General de División, e incluso se le nombraría como Primer Vicepresidente del Consejo Supremo de la Asociación Política y Social Revolucionaria, por lo que organizaría un banquete que se realizará en honor del Presidente de esa Asociación, el General de División Jacinto B. Treviño, Senador electo de la República por el Estado de Coahuila, al cual acudieron muchos de los más importantes políticos de México de ese entonces.

Murió en la Ciudad de México en 1969.