Ezequiel
era hijo de un sacerdote y él también fue sacerdote recuerden que en el Antiguo
Testamento en Israel los sacerdotes se casaban. Fue el profeta encargado por
Dios para animar al pueblo cuando los israelitas fueron llevados cautivos a
Babilonia.
Durante 22
años predicó al pueblo de Israel en el desierto. Dios le avisó que muchos no le
iban a hacer caso: "No querrán hacerte caso a ti porque tampoco quisieron
hacerme caso a Mí, porque tienen cabeza orgullosa y corazón terco. Pero no les
tengas miedo, pues yo te doy una voluntad aún más fuerte que la de ellos y tan
dura como el diamante", dijo el Señor.
Al
principio Ezequiel predicó en Jerusalén, avisando a las gentes que si no
dejaban su vida de pecado vendrían terribles castigos y la destrucción de la
ciudad. No le hicieron caso y llegó el rey Nabucodonosor y destruyó la ciudad
de Jerusalén y se llevó prisioneros y desterrados a sus habitantes. Incluyendo
a Ezequiel.
En el
desierto este gran profeta mantiene viva la fe de los deportados y los anima
constantemente a confiar en Dios. Les enseña que este castigo no significa que
Dios los haya abandonado, sino que los quiere purificar y volver mejores.
Dios le habló a Ezequiel por medio de visiones muy misteriosas.
Dios le habló a Ezequiel por medio de visiones muy misteriosas.
Junto al
río Quebar se le aparece el Señor en un carro de fuego llevado por cuatro seres
vivientes los cuales tenían forma de león, de toro, de águila y de hombre el
león significaba valor, el toro, la fuerza, el águila, la elevación hasta muy
alto, y el hombre, la inteligencia. Esto significaba que toda la creación
representada por los cuatro seres, le servirá y le obedecerá al Creador.
Dios
también le presentó en visión un campo lleno de esqueletos. Le mandó darles una
bendición, y los esqueletos se llenaron de carne. Le ordenó darles otra
bendición y los cuerpos adquirieron vida y resucitaron. Y Dios le dijo:
"Esto es lo que voy a hacer con mi pueblo. Ahora están como muertos y
desamparados, pero yo les daré nueva vida y los llenaré de bendiciones".
En otra
visión Ezequiel contempló que una carroza bellísima donde viajaba la gloria de
Dios se alejaba de Jerusalén y se dirigía hacia Babilonia. Con esto el Señor le
anunciaba que iba a abandonar por un tiempo a esta famosa ciudad y así sucedió.
Unos años después Jerusalén fue destruida.
Más tarde
vio el profeta que la carroza con la gloria de Dios volvía otra vez a
Jerusalén. Con esto se le anunciaba que la ciudad santa iba a ser reedificada
otra vez y allí se le seguiría dando gloria a Dios. Y así sucedió. El pueblo
desterrado volvió a Tierra Santa y en Jerusalén se volvió a construir el templo
y a darle allí gloria al Señor.
A Ezequiel
se le murió la esposa y Dios le dijo: "No llores ni lleves luto, porque
con esto les quiero avisar que cuando les destruyan la ciudad no les van a dar
tiempo para dedicarse a lamentaciones". Todo sucedió de esa manera.
Un día le
dijo Dios: "Échate al hombro el bulto con toda tu ropa y tus utensilios de
trabajo y sal por la ciudad como quien viaja para el destierro. Y si alguno te
pregunta qué significa eso, les dirás que eso es lo que a ellos les va a
suceder si siguen pecando: tendrán que irse al destierro con sus ropas y sus
utensilios al hombro".
Todo
sucedió después, tal cual como Dios se lo había anunciado.
En una visión le dijo el Señor: "Le voy a mostrar cómo será en el futuro la religión verdadera de mi pueblo".
En una visión le dijo el Señor: "Le voy a mostrar cómo será en el futuro la religión verdadera de mi pueblo".
Y le mostró
un río pequeño. El agua apenas llegaba hasta las rodillas y se podía atravesar
fácilmente hasta el otro lado. Luego el río creció y el agua ya llegaba hasta
la cintura. El río siguió creciendo y ya el agua llegaba hasta el cuello y era
difícil atravesarlo. Al fin el río creció tan inmensamente que no se podía
atravesar. Y sus aguas refrescantes regaron todos los campos de las orillas los
cuales se llenaron de árboles llenos de muy buenos frutos y llegaron las aguas
al Mar Muerto que es súper salado y espeso y no tiene vida de ninguna clase y
cambiaron aquellas aguas y las volvieron muy aptas para la vida, y se llenaron
de peces.
Y Dios le
explicó que este iba a ser el futuro de la Santa Religión: iría creciendo poco
a poco hasta regar el mundo entero y llenar todas las regiones de frutos de
buenas obras y convertir aquello que antes era maldad y daño, en algo
provechoso y lleno de bondad. Y así ha sucedido, gracias a Dios.
La religión
crece cada día más y más, y sus frutos de virtudes y de obras buenas, son
maravillosos. Y muchos ambientes que eran como el Mar Muerto se volvieron
llenos de vida espiritual, gracias a la religión.
Las gentes
decían desanimadas: "Nuestros antepasados fueron los que cometieron las
maldades y ahora somos nosotros los que las tenemos que pagar".
Pero Dios
le dijo a Ezequiel: "No es así como dicen. Cada uno paga por sus propias
maldades". Y le añadió una noticia muy importante: "Si uno que era
malo se vuelve bueno se olvidarán sus antiguas maldades y se le premiará por la
vida virtuosa que empieza a vivir.
Pero si uno
que era bueno se vuelve malo, se olvidará lo bueno que hizo antes y se le
castigará por sus maldades".
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