No fue sacerdote, sino simplemente un laico, y fue el primer
apologista cristiano. Se llama apologista al que escribe en defensa de algo. Y
Justino escribió varias apologías o defensas del cristianismo.
Sus
escritos ofrecen detalles muy interesantes para saber cómo era la vida de los
cristianos antes del año 200 y cómo celebraban sus ceremonias religiosas.
El mismo
Justino cuenta que él era un Samaritano, porque nació en la antigua ciudad de
Siquem, capital de Samaria ciudad que en su tiempo se llamaba Naplus. Sus
padres eran paganos, de origen griego, y le dieron una excelente educación,
instruyéndolo lo mejor posible en filosofía, literatura e historia.
Durante
algún tiempo se dedicó a estudiar la ciencia que enseñaban los que seguían la
corriente llamada "estoicismo", pero luego dejó esa religión porque
se dio cuenta de que no le enseñaban nada seguro acerca de Dios.
Un día que
paseaba junto al mar, meditando acerca de Dios, vio que se le acercaba un
venerable anciano, el cual le dijo: -“Si quiere saber mucho acerca de Dios, le
recomiendo estudiar la religión cristiana, porque es la única que habla de Dios
debidamente y de manera que el alma queda plenamente satisfecha”- El
anciano le recomendó que le pidiera mucho a Dios la gracia de lograr saber más
acerca de El, y le recomendó la lectura de la S. Biblia.
Justino se
dedicó a leer la S. Biblia y allí encontró maravillosas enseñanzas que antes no
había logrado encontrar en ningún otro libro. Tenía unos treinta años cuando se
convirtió, y en adelante el estudio de la Sagrada Escritura fue para él lo más
provechoso de toda su existencia.
El santo
cuenta que cuando todavía no era cristiano, había algo que lo conmovía
profundamente y era ver el valor inmenso con el cual los mártires preferían los
más atroces martirios, con tal de no renegar de su fe en Cristo, y que esto lo
hacia pensar: -"Estos no deben ser criminales porque
mueren muy santamente y Cristo en el cual tanto creen, debe ser un ser muy
importante, porque ningún tormento les hace dejar de creer en El"-
Los paganos
conocían poco del cristianismo porque había pocos escritos que defendieran
nuestra santa religión. Y Justino se convenció de que muchos paganos llegarían
a ser cristianos si leían un libro donde se les comprobara filosóficamente que
el cristianismo es la religión más santa de la tierra. Y se convenció de que es
una grave obligación de los que están convencidos de la santidad de nuestra
religión, tratar de animar a otros para que lleguen también a pertenecer al
cristianismo. A él le llamaban la atención aquellas palabras del Libro del
Eclesiástico en la S. Biblia: -"Tener sabiduría y guardársela para uno
mismo sin comunicarla a los demás, es una infidelidad y una inutilidad"-
Por eso se propuso recoger todas las pruebas que pudo y publicar Biblia sus
"Apologías" en favor de la religión de Jesucristo.
Ataviado
con las vestimentas características de los filósofos, Justino recorrió varios
países y muchas ciudades, discutiendo con los paganos, con los herejes y los
judíos, tratando de convencerlos de que el cristianismo es la religión
verdadera y la mejor de todas las religiones.
En Roma
tuvo Justino una gran discusión filosófica con un filósofo cínico llamado
Crescencio, en la cual le logró demostrar que las enseñanzas de los cínicos que
no respetan las leyes morales son de mala fe y demuestran mucha ignorancia en
lo religioso. Crescencio, lleno de odio al sentirse derrotado por los
argumentos de Justino, dispuso acusarlo de cristiano, ante el alcalde de la
ciudad. Había una ley que prohibía declararse públicamente como seguidor de
Cristo. Y además en el gobierno había ciertos descontentos porque Justino había
dirigido sus "Apologías" al emperador Antonino Pío y a su hijo Marco
Aurelio, exigiéndoles que si en verdad querían ser piadosos y ser justos tenían
que respetar a la religión cristiana que es mejor que las demás.
En sus
famosos libros de Apologías o defensa del cristianismo nuestro santo les decía
a los gobernantes de ese tiempo: ¿Por qué persiguen a los seguidores de Cristo?
¿Porque son ateos? No lo son. Creen en el Dios verdadero. ¿Porque son
inmorales? No. Los cristianos observan mejor comportamiento que los de otras
religiones. ¿Porque son un peligro para el gobierno? Nada de eso. Los
cristianos son los ciudadanos más pacíficos del mundo. ¿Porque practican
ceremonias indebidas? Y les describe enseguida cómo es el bautismo y cómo se
celebra la Eucaristía, y de esa manera les demuestra que las ceremonias de los
cristianos son las más santas que existen.
Las actas
que se conservan acerca del martirio de Justino son uno de los documentos más
impresionantes que se conservan de la antigüedad. Justino es llevado ante el
alcalde de Roma, y empieza entre los dos un diálogo emocionante:
Alcalde. ¿Cuál es su especialidad? ¿En qué se ha especializado?
Justino. Durante
mis primeros treinta años me dediqué a estudiar filosofía, historia y
literatura. Pero cuando conocí la doctrina de Jesucristo me dediqué por
completo a tratar de convencer a otros de que el cristianismo es la mejor
religión.
Alcalde. Loco debe de estar para seguir semejante religión, siendo
Ud. tan sabio.
Justino. Ignorante fui cuando no conocía esta santa religión. Pero
el cristianismo me ha proporcionado la verdad que no había encontrado en
ninguna otra religión.
Alcalde. ¿Y qué es lo que enseña esa religión?
Justino. La religión cristiana enseña que hay uno solo Dios y Padre
de todos nosotros, que ha creado los cielos y la tierra y todo lo que existe. Y
que su Hijo Jesucristo, Dios como el Padre, se ha hecho hombre por salvarnos a
todos. Nuestra religión enseña que Dios está en todas partes observando a los
buenos y a los malos y que pagará a cada uno según haya sido su conducta.
Alcalde. ¿Y Usted persiste en declarar públicamente que es cristiano?
Justino. Sí declaro públicamente que soy un seguidor de
Jesucristo y quiero serlo hasta la muerte.
El alcalde
pregunta luego a los amigos de Justino si ellos también se declaran cristianos
y todos proclaman que sí, que prefieren morir antes que dejar de ser amigos de
Cristo.
Alcalde. Y si yo lo mando torturar y ordeno que le corten la cabeza,
Ud. que es tan elocuente y tan instruido ¿cree que se irá al cielo?
Justino. No solamente lo creo, sino que estoy totalmente seguro de
que si muero por Cristo y cumplo sus mandamientos tendré la Vida Eterna y
gozaré para siempre en el cielo.
Alcalde. Por última vez le mando: acérquese y ofrezca incienso a los
dioses. Y si no lo hace lo mandaré a torturar atrozmente y haré que le corten
la cabeza.
Justino. Ningún cristiano que sea prudente va a cometer el tremendo
error de dejar su santa religión por quemar incienso a falsos dioses. Nada más
honroso para mí y para mis compañeros, y nada que más deseemos, que ofrecer
nuestra vida en sacrificio por proclamar el amor que sentimos por Nuestro Señor
Jesucristo.
Los otros
cristianos gritaron que ellos estaban totalmente de acuerdo con lo que Justino
acababa de decir.
Justino y
sus compañeros, cinco hombres y una mujer, fueron azotados cruelmente, y luego
les cortaron la cabeza.
Y el
antiquísimo documento termina con estas palabras: "Algunos fieles recogieron en secreto los cadáveres de los siete
mártires, y les dieron sepultura, y se alegraron que les hubiera concedido
tanto valor, Nuestro Señor Jesucristo a quien sea dada la gloria por los siglos
de los siglos. Amen"
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