Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás, bautizado con el nombre José María Julián Mariano Escrivá
Albás Barbastro,
Huesca, Aragón, 9 de enero de
1902 Roma, 26 de junio de1975 fue un sacerdote español,
fundador en 1928 del Opus Dei y santo de la Iglesia Católica. Juan Pablo II, en la Bula de Canonización,
le llamó el santo de lo ordinario o de la vida ordinaria.
Fue beatificado por Juan Pablo II el 17 de mayo de 1992 y canonizado el 6 de octubre de 2002. Su fiesta se celebra
el 26 de junio.
José María
Escrivá Albás futuro Josemaría
Escrivá de Balaguer y Albás nació en Barbastro Huesca, España el 9 de enero de
1902. Sus padres se llamaban José Escrivá y Corzán y María de los Dolores Albás
y Blanc. Fue el segundo de seis hermanos; sus tres hermanas pequeñas murieron
siendo niñas. El último nacería muchos años más tarde. Cuando Josemaría cumplió
dos años, padeció una enfermedad grave en la que se temió por su vida. Tras su
recuperación, sus padres lo llevaron en peregrinación a la ermita de Torre
ciudad en cumplimiento de una promesa a la Virgen María por su curación. En los años 1960, Escrivá impulsó la construcción de un santuario de Torre ciudad, que se terminó a mediados de la década de 1970.
En 1914 quebró el negocio del padre, que era
un comercio de tejidos, quedando la familia en la ruina. Tuvieron que
trasladarse a Logroño,
donde su padre encontró un trabajo como dependiente. Escrivá continuó
estudiando hasta acabar el bachillerato. En las Navidades de 1917-18, al ver
las huellas de pasos de un carmelita descalzo en la nieve, quedó impresionado,
y decidió hacerse sacerdote, ingresando en el seminario de Logroño como alumno
externo en el mes de octubre de 1918.
En septiembre de 1920, se trasladó a Zaragoza.
Algunos de sus compañeros del seminario de Zaragoza lo recuerdan como un joven
despierto, inteligente y alegre, a la vez que muy piadoso, aunque también se conoce un testimonio
opuesto, el de un compañero del seminario que lo describe como reservado y de
temperamento rígido y distante.
En las navidades de 1922 recibió los grados de ostiario y lector,
junto con los de exorcista y acólito.
Sus superiores apreciaron sus dotes, al nombrarlo Inspector del Seminario
-encargado de mantener la disciplina entre los seminaristas, tanto en clase
como en los paseos- siendo un hecho insólito que designaran a un seminarista y
no a un sacerdote para este cargo. En 1923, siguiendo el consejo
de su padre, comienza los estudios de Derecho en la Universidad de Zaragoza.
Su padre, José Escrivá, muere en 1924, y Josemaría queda
como cabeza de familia. Recibe la ordenación sacerdotal el 28 de marzo de 1925 y comienza a ejercer el ministerio en
varias parroquias rurales y luego en Zaragoza, con preferencia en la iglesia de
San Pedro Nolasco, regida entonces por sacerdotes jesuitas.
En 1927 se traslada a Madrid,
con permiso de su obispo,
para iniciar la tesis del doctorado en Derecho. Allí trabaja en una academia
dando clases de Derecho romano y canónico para sostener a su familia, y ejerce
su ministerio sacerdotal en el Patronato de Enfermos, institución benéfica
dirigida por las Damas Apostólicas del Sagrado Corazón de Jesús.
Trataba sacerdotalmente a muchas
personas de diversos ambientes sociales. Dedicó las mejores horas de su
juventud, como capellán del Patronato de Enfermos, a la atención de numerosos
enfermos y niños desvalidos de los barrios pobres de Madrid. Al mismo tiempo trataba con muchas
otras personas: alumnos y profesores universitarios, obreros, dependientes de
comercio, artistas, etc.
El 2 de octubre de 1928, según su propio
testimonio, «vio» que Dios le pedía que difundiese en todo el
mundo la llamada universal a la santidad, y que abriera un nuevo camino dentro
de la Iglesia —el Opus Dei (en latín«Obra
de Dios»)— para transmitir a todos los hombres que se pueden santificar a
través del trabajo. Desde ese día, mientras continúa con el ministerio pastoral
que tiene encomendado en aquellos años, trabaja en solitario en el desarrollo
de la organización. Empieza a contactar con personas de diversas profesiones
(artistas, profesores, obreros, sacerdotes, pequeños empresarios...), y a la
vez ofrece oración y mortificaciones.5
Al principio Escrivá vio usando el
término que él empleaba que el Opus Dei estaba previsto sólo para hombres
pero algunos años después, en 1930, según él mismo cuenta, Dios le habría
hecho ver que también estaba destinado a mujeres. En 1930, pide la admisión en
el Opus Dei un antiguo compañero de instituto de Escrivá, de origen argentino,
Isidoro Zorzano, y en 1932 se
unen un sacerdote asturiano, José María Somoano, una mujer cordobesa, María Ignacia
García Escobar, y un joven
empresario, Luis Gordon, aunque
en un año fallecerán estos tres, y Josemaría tiene que recomenzar.
La caída de la monarquía trajo la
llegada de la Segunda República en abril de 1931, iniciándose un
período de gran tensión entre el nuevo régimen y la Iglesia católica, al
aprobarse una nueva constitución laica. Al mismo tiempo, fueron atacados
numerosos conventos e iglesias con la pasividad de las autoridades. En este contexto, Josemaría Escrivá
prosiguió su tarea como capellán del Patronato de Enfermos, en el Patronato de
Santa Isabel y el Opus Dei, manteniéndose al margen de las disputas políticas.
En 1933 cuenta ya con un grupo de estudiantes
universitarios, y funda la Academia DYA, en la que, además de impartirse clases
de derecho y arquitectura, se organizaban charlas de formación cristiana. En 1934 publica un pequeño libro llamado Consideraciones
Espirituales, que, ampliado durante los años siguientes, incluso durante
la Guerra Civil, será reeditado en 1939 con el título de Camino.
En 1934 Josemaría es nombrado rector
del Patronato de Santa Isabel,
lo que representa un pequeño alivio a sus dificultades económicas para mantener
a su familia.
Como medio para alcanzar los fines de
la institución, Escrivá concibe el llamado "plan de vida" que deben
seguir los miembros, que por aquellos años se va perfilando e incluye prácticas
como la misa diaria, comunión,
el rezo del ángelus,
la visita al sagrario, la lectura espiritual, el rezo del rosario y
las mortificaciones, entre otras. Hacia 1935/36, en la academia DyA (Derecho y
Arquitectura) recién fundada en Madrid,
los estudiantes comenzaron a practicar algunas de las ideas que el fundador
concibió, y comenzaron a aparecer los signos distintivos de la futura Obra, y
que serían consideradas en adelante muestra de "buen espíritu", como
la corrección fraterna, ayunos y la mortificación corporal (ver citas de su libro Camino), por
ejemplo dormir en el suelo, castigarse el cuerpo por medio de un cilicio apretado en el muslo durante dos horas
al día y golpearse con unas "disciplinas" (latiguillo de cuerda) una
vez a la semana. Según Escrivá, la finalidad de estas prácticas era unirse a la
cruz de Cristo, domar las pasiones y obtener dones de Dios, castigando el
cuerpo y refrenando la voluntad. Para
servir de ejemplo, Escrivá se entregaba a todas estas mortificaciones, hasta el
punto de dejar salpicaduras de sangre en las paredes cuando se azotaba, si bien no recomendó llegar hasta
estos extremos a sus seguidores y aconsejaba también otro tipo de
mortificaciones, relacionadas con la vida cotidiana.
Por aquella época sus seguidores
empezaron a llamarle "el Padre". Jesús Ynfante critica que ello fue
por deseo del propio Escrivá. No obstante, Escrivá solía rehusar cualquier otro
trato, por ejemplo, el de Monseñor cuando le fue otorgado dicho título, así
como el de Fundador.
Al estallar la Guerra Civil Española, en 1936, Josemaría
se encuentra en Madrid, donde sigue ejerciendo su ministerio sacerdotal, con
riesgo de su vida, clandestinamente.
La persecución
religiosa le obliga a
refugiarse en diferentes lugares. Por ejemplo, fue hospitalizado de forma
clandestina en una clínica psiquiátrica con la cobertura de estar aquejado fuertemente
de reumatismo y durante 6 meses vive en el consulado hondureño.
Finalmente, logra salir de Madrid en 1937 después de varias tentativas
infructuosas usando documentación falsa. Después
de una larga huida con algunos de sus seguidores por los Pirineos,
pasando por el sur de Francia, se traslada a la zona de España donde podía ejercer
libremente su labor sacerdotal.
La Guerra Civil y las pruebas que
había soportado en ella le habían marcado profundamente. El hecho de que el
clero fuera objeto de persecución en la zona
republicana dejó en él
un recuerdo particularmente duradero.
Josemaría Escrivá regresa a Madrid el
28 de marzo de 1939, en un camión militar, y reemprende la expansión del Opus
Dei por otras ciudades de España. El inicio de la Segunda Guerra Mundial impide el comienzo en otras naciones.
Cuando acaba la guerra civil en 1939,
se produce un radical cambio en las estructuras del país y el Estado español se
proclama como totalitario, confesional, ligado públicamente al Nacional-sindicalismo falangista y al Tradicionalismo carlista.
Las relaciones de Escrivá y Franco
fueron complejas y son motivo de polémica, entre
otras cosas porque años más tarde, el fundador le escribiría a Franco una carta
para agradecerle que, entre los principios del Movimiento Nacional se declare "el acatamiento a la
Ley de Dios, según la doctrina de la Santa Iglesia". Se trata de una carta
fechada en Roma el 23 de mayo de 1958, cuya fotocopia, en unión de otras
inéditas del mismo autor, se conserva en el archivo de la Fundación Nacional Francisco Franco.
Aunque también es conocido que, en una
ocasión, el obispo de Madrid le pidió que predicara unos ejercicios
espirituales a Franco y su familia en el Palacio de El Pardo y que durante aquellos ejercicios se produjeran
ciertos malentendidos entre ambas personalidades.
En 1939, obtiene el título de doctor
en Derecho. Recuperó también el
puesto de rector del Real Patronato de Santa Isabel que obtuvo en 1934 por
parte del Presidente de la República y le concedieron ese año el cargo de
miembro del Consejo Nacional de Educación y
el puesto de profesor de Ética y Deontología en la Escuela Oficial de
Periodismo.
En los años posteriores a la guerra
muchos obispos de toda España le llaman para dirigir ejercicios espirituales a
sacerdotes de su diócesis. También predica a religiosos —-entre ellos a los
agustinos de la comunidad del Monasterio de El Escorial—- por petición
de los respectivos superiores, y a muchos laicos.
Desde el final de la guerra desarrolla
la "Sección femenina" dentro de la Obra, prácticamente desde cero,
con una estructura similar a la de los hombres, estrictamente separada de la
sección masculina. Ese mismo año, el obispo de Madrid, Leopoldo Eijo y Garay, concede la primera
aprobación diocesana del Opus Dei.
En 1943 Josemaría Escrivá encuentra
una solución jurídica, la Sociedad
Sacerdotal de la Santa Cruz, como medio para llevar el espíritu del
Opus Dei a los sacerdotes seculares. Al año siguiente, el obispo de Madrid
ordena a los tres primeros miembros del Opus Dei que acceden al sacerdocio:
Álvaro del Portillo, José María Hernández Garnica y José Luis Múzquiz.
Después de finalizada la II Guerra
Mundial, en 1946, Escrivá se traslada
a Roma. Es decir: descubrió
que las cuestiones de futuro para él y para el Opus Dei no estaban en Madrid
sino en Roma. Según otros
biógrafos, ese viaje se ha de ver en otra perspectiva: Ya en 1936, tenía
proyectado comenzar la labor del Opus Dei en París,
pero la Guerra Civil española, primero, y la II Guerra Mundial después habían
impedido la expansión del Opus Dei en el extranjero. Su primer viaje a Roma
tenía como finalidad inmediata conseguir del Vaticano una aprobación de derecho pontificio
que asegurase la secularidad de los miembros del Opus Dei. Pero sus intenciones
iban más allá: veía la ciudad de Roma como el enclave necesario para dirigir la
expansión del Opus Dei por todo el mundo. En Roma recibió en 1947 el título de prelado doméstico de Su Santidad, lo cual le
daba derecho al tratamiento de monseñor,
y a utilizar sotana ribeteada de rojo y, sobre todo, dejaba claro que el Opus
Dei no está relacionado con las órdenes religiosas, pues los miembros de éstas
no pueden recibir esos títulos honoríficos.
Por aquellos años se le diagnosticó
una fuerte diabetes. Sus crisis de salud fueron muy frecuentes a partir de
1944. Como diabético insulinodependiente, Escrivá sufría constantemente
cansancios, trastornos de la vista y se mantenía en pie gracias a las
inyecciones y a una dieta estricta.
El ciclo fundacional parecía
terminado. La primera fecha fundacional, la sección de varones, tuvo lugar en
1928; la segunda, la sección de mujeres, en 1930; la tercera, los sacerdotes,
en 1943. La incorporación de supernumerarios, formada en su mayoría por hombres
y mujeres casados, además de la admisión de cooperadores que pueden ser no
católicos, no cristianos y no creyentes, tuvo
lugar entre 1947 y 1948. A partir de entonces, la organización iba a presentar
su fisonomía definitiva.
Escrivá inició operaciones jurídicas
para el reconocimiento del Opus Dei por parte del Vaticano.
En 1947 y 1950, obtuvo la aprobación
del Opus Dei como Instituto Secular de derecho pontificio, siendo aprobados sus
estatutos en 1950, en los cuales
los laicos hacían, si bien de forma privada los tres votos clásicos de
obediencia, castidad y pobreza.
El nuevo estatus jurídico de la Obra
como institución de derecho pontificio facilitó una nueva expansión internacional.
En 1949 marcharon los primeros a Estados Unidos y México. Durante la década de
1950, el Opus Dei se estableció en Canadá y otros once países americanos,
Alemania, Suiza, Austria, Holanda, Japón y Kenia.
En 1948 se erigió el Colegio Romano de
la Santa Cruz, centro internacional de formación para los varones del Opus Dei.
Y en 1952, el Colegio Romano de Santa María, para las mujeres. Estas dos
instituciones permitieron que un buen número de miembros de la Obra recibieran
formación espiritual y pastoral directamente de Escrivá, a la vez que obtenían
la licenciatura o el doctorado en Filosofía, Teología, Derecho Canónico o
Sagrada Escritura en alguna de las universidades pontificias de Roma. Muchos de
los hombres y mujeres que empezarían la labor de la Obra por todo el mundo
pasarían antes varios años en Roma.
Durante los últimos años de la década
de 1950 y los primeros de 1960 Escrivá realizó diversos viajes a capitales
europeas, para preparar el comienzo del Opus Dei en esos países.
En 1947 tuvo lugar la adquisición en
Roma de una amplia casa, con jardín en el número 73 de la calle Bruno Buozzi
para la construcción de la casa central de la Obra y sede del Colegio Romano
del Opus Dei, que duraría trece años, hasta 1960. A partir de la casa
originaria se levantaron ocho edificios. Todo ello dio a la construcción un
aire imponente, al ser una estructura compleja e interconectada formada por los
ocho edificios, con doce comedores y catorce oratorios, algunos de los cuales
eran subterráneos, dando cabida el mayor de los oratorios a más de doscientas
personas.
En la Casa de Roma, el sagrario del oratorio de la Trinidad fue
el preferido de Escrivá y en donde rezaba con mayor devoción. Allí sus hijos
colocaron -siguieron una antigua tradición- una sagrario con forma de Columba,
una "paloma eucarística". Se halla colgada del techo encima del altar
y es una paloma fabricada de oro y piedras preciosas, en cuyo
buche se abre un pequeño sagrario donde se guardan las hostias
consagradas.
Escrivá también recibió el
nombramiento de miembro honorario de la Pontificia
Academia de Teología. Obtiene el doctorado en Teología por la Pontificia Universidad Lateranense.
Es nombrado consultor de dos Congregaciones vaticanas.
Sigue con atención los preparativos y
las sesiones del Concilio Vaticano II (1962-1965), y busca un trato intenso
con muchos de los padres conciliares. No obstante, Escrivá no participó en
ninguna de las comisiones o sesiones conciliares, ya que -según algunos- no fue
invitado por mucho que lo intentara. Sin
embargo, el Secretario General del Opus Dei, Álvaro del Portillo, desempeñó un papel
relevante en los preparativos del Concilio.
A causa de la diabetes y de las complicaciones asociadas a
ella, la salud de Escrivá se fue deteriorando gravemente. Según Jesús Ynfante,
sus episodios de mal humor y cólera fueron más frecuentes al hacerse mayor, como narra Luis Carandell en una
anécdota. A pesar del deterioro
de su salud, Mons. Escrivá, siguió estimulando y guiando en esos años la
difusión del Opus Dei por todo el mundo. Con el mismo objeto, a partir de los
años setenta Escrivá comienza a recorrer el mundo en lo que él denominaba
"correrías apostólicas" y también "campañas de catequesis".
En 1972 realiza un viaje por la península Ibérica. Durante el verano de 1974,
Escrivá estuvo tres meses en Sudamérica de los cuales permaneció enfermo más
de diez días en Perú
guardando cama; en Quito, capital del Ecuador,
permaneció entre el 1 y el 10 de agosto sin poder ver a nadie ni llevar al cabo
plan alguno; el 15 de agosto se trasladó a Venezuela,
había llegado todavía enfermo y como su estado físico empeoró en Caracas,
decidieron acortar el largo viaje de catequesis del fundador del Opus Dei.
De estos viajes se conserva abundante
material audiovisual, sobre todo de sus reuniones con cientos de personas.
Fallece en Roma el 26 de junio de 1975. Tras su muerte, la Santa Sede recibió miles de cartas -entre ellas,
las de un tercio del episcopado mundial y 41 superiores de órdenes religiosas - solicitando la apertura del proceso
de beatificación y canonización.
Finalmente, su causa se introdujo en 1981 y
el 17 de mayo de 1992, Juan Pablo II
beatifica a Josemaría Escrivá de
Balaguer en la plaza de San Pedro, en Roma. «Con sobrenatural
intuición», dijo el Papa en su homilía, «el beato Josemaría
predicó incansablemente la llamada universal a la santidad y al apostolado». El 6 de octubre de 2002, es canonizado por
Juan Pablo II en Roma, apoyado por las cientos de miles de personas que
asistieron a los actos. Durante
la ceremonia de su canonización, Juan Pablo II animó a todos a buscar la santidad en
medio del mundo, en el trabajo y la vida ordinaria, tal como lo enseñaba el
nuevo santo y siguiendo su ejemplo.
Su rápido proceso a los altares no estuvo exento
de polémica y oposición. Los detractores critican lo que ven como una
canonización relámpago o "turbo santidad" de Escrivá, y afirman que el proceso entero estuvo
plagado de irregularidades. Sin
embargo, también obtuvo el apoyo de diversas figuras de la jerarquía
eclesiástica.
Tras su canonización, en numerosos
países ha recibido algún reconocimiento público: esculturas, imágenes, placas,
murales, iglesias, calles, plazas, etc.
En la actualidad hay más de ochenta
mil miembros del Opus Dei, como se indica en el Anuario Pontificio, que se
actualiza periódicamente.
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