El hecho de que la Santísima Virgen lleve el nombre de María es el
motivo de esta festividad, instituida con el objeto de que los fieles
encomienden a Dios, a través de la intercesión de la Santa Madre, las
necesidades de la iglesia, le den gracias por su omnipotente protección y sus
innumerables beneficios, en especial los que reciben por las gracias y la
mediación de la Virgen María. Por primera vez, se autorizó la celebración de
esta fiesta en 1513, en la ciudad española de Cuenca; desde ahí se extendió por
toda España y en 1683, el Papa Inocencio XI la admitió en la iglesia de
occidente como una acción de gracias por el levantamiento del sitio a Viena y
la derrota de los turcos por las fuerzas de Juan Sobieski, rey de Polonia.
Esta conmemoración es probablemente algo más antigua que el año 1513,
aunque no se tienen pruebas concretas sobre ello. Todo lo que podemos decir es
que la gran devoción al Santo Nombre de Jesús, que se debe en parte a las
predicaciones de San Bernardino de Siena, abrió naturalmente el camino para una
conmemoración similar del Santo Nombre de María.
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