Gil nació en Atenas en el seno de una noble
familia. Desde niño era erudito en Sagradas Escrituras. A la muerte de sus
padres distribuyó sus propiedades entre los pobres y emigró a Arles, Francia,
porque no le atraía nada de las cosas e intereses del mundo, y además le atrajo
la fama de santidad de san Cesareo de Arles, después de una peregrinación a
Roma. En la desembocadura del Ródano levantó una choza y, durante un tiempo,
vivió como ermitaño (hay una leyenda que dice que vivió en Nuria, Cataluña y
que talló la imagen de la virgen de Montserrat). Más tarde, buscando mayor
soledad se retiró a un bosque cerca de Nimes. Construyó una nueva choza, pero
el primer invierno hizo un frío tan intenso y pasó tanta hambre, que estaba
dispuesto a desistir. Entonces su soledad sólo se vio interrumpida por la
presencia de una cierva que de sus ubres lo alimentó y le dio calor; por eso la
quiso tanto que fue capaz de arriesgar su vida para protegerla del acoso de
unos malhechores. Parece que rey visigodo Wamba (otras leyendas hablan del rey
franco Childeberto) persiguió a la cierva pero la flecha hirió al ermitaño, entonces,
el rey, arrepentido, hizo construir para él un monasterio benedictino. Su
presencia no podía pasar desapercibida y se le unieron muchos discípulos
animados por su vida de intensa oración.
Fundó para ellos el monasterio de
Saint-Gilles-du-Gard, (famosa etapa en los caminos de Santiago y de Roma), del
que fue su abad, pero esta historia, según los bolandistas pertenece a otro san
Gil del siglo VI.
Pero lo auténticamente importante de
este santo, cuyas noticias pertenecen a la leyenda, es que durante muchos años
se creía que invocándole, los pecados se perdonaban, de manera que es el
abogado de los pecadores y de las personas que tienen miedo. Esta tiene
relación con la “Misa de san Gil”; según la cual Carlos Martel, o Carlomagno,
le dijo al abad que tenía un pecado inconfesable y le pidió su intercesión para
que se le perdonase. Durante la misa, a san Gil un ángel le depositó un
pergamino con el pecado en cuestión, y decidió que el pecador debía
arrepentirse.
Se le nombra entre los «Catorce
Santos Auxiliadores» (el único entre ellos que no fue mártir) y su tumba, en el
monasterio, fue centro de peregrinaciones de primerísima importancia que
contribuyó a la prosperidad de la ciudad de Saint Gilles durante la Edad Media,
hasta el siglo XIII, cuando quedó convertida en ruinas, durante la cruzada
contra los albigenses. Otros cruzados bautizaron con el nombre de Saint Gilles
a una ciudad (la actual Sinjil) que fundaron en los límites de las regiones de
Benjamín y Efraín, de manera que su culto se extendió por todo el oriente de
Europa. En Inglaterra había 160 parroquias dedicadas a él.
Se le invoca como protector de los tullidos, mendigos y herreros. Los abundantes peregrinos de Santiago le piden ayuda contra el miedo y las madres recurren a él cuando sus hijos eran presa de terrores nocturnos o sufrían pesadillas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario