José Mariano de
Abasolo 1783-1816 fue uno de los generales insurgentes durante la guerra de Independencia de México.
Nació en el pueblo de Dolores,
en Guanajuato,
cuna de la independencia de México. Entabló amistad con Ignacio
Allende en el cantón
de Jalapa. Se casó con María Manuela Taboada en Chamacuero. Servía como capitán en el regimiento
de Dragones de la Reina, que guarnecía la villa de San Miguel, cuando la conspiración de Querétaro comenzó. En esta conspiración se
planeaba la insurrección para derrocar al gobierno virreinal e independizar a México.
Durante 1809, algunos novohispanos, entre ellos Abasolo iniciaron otra
conspiración en la ciudad de Valladolid actualmente Morelia,
en el estado de Michoacán,
en la que participaban militares de alto rango, ente ellos José María García Obeso, José Mariano de Michelena, José María Abarca e Ignacio
Allende, entre otros. Esta conspiración continuó hasta diciembre del
mismo año, cuando fue descubierta por el gobierno virreinal, el cual se dio a
la tarea de aprehender a los principales colaboradores de estas reuniones,
quedando los demás en libertad. Allende y Abasolo quedaron en libertad, por lo
que siguieron conspirando, pero esta vez en Querétaro, en casa del corregidor Miguel Domínguez y de su esposa Josefa Ortiz de Domínguez. Abasolo había
sido invitado a estas conspiraciones por Ignacio Allende, quien tenía cierta
influencia sobre él.
A esta segunda conspiración, Allende invitó a otros dos
militares: Juan Aldama y Joaquín Arias.
Este último terminaría por traicionar a sus compañeros informando a las
autoridades acerca de estas reuniones secretas.
Abasolo fue siempre leal a Allende y a
los insurgentes. Gozaba de buena posición económica, y ayudó principalmente con
fondos a la causa insurgente con cuarenta mil pesos oro, ya que no realizó
grandes acciones militares en la lucha armada. Cuando, en la madrugada del 15
de septiembre de 1810, en el pueblo de
Dolores, Miguel Hidalgo y Costilla inició la guerra de Independencia,
correspondió a Abasolo, al mando de una pequeña tropa, apoderarse de las armas
y municiones que se encontraban depositadas en un arsenal, para ser repartidas
entre los insurrectos.
De la ciudad de San Miguel, a donde
los insurgentes se dirigieron primero, y donde Abasolo distribuyó las armas
tomadas del arsenal, se dirigieron a Celaya, ciudad
que fue tomada sin la menor resistencia por parte de los españoles.
Fue en esta ciudad donde Hidalgo recibió el nombramiento de capitán general del
ejército insurgente, e Ignacio Allende el de teniente general. Abasolo fue
nombrado capitán, al igual que otros muchos dirigentes de la lucha. Poco
después, la ciudad de Guanajuato fue asediada, y tomada tras una encarnizada
lucha. La ciudad cayó en manos del ejército insurgente con la Toma de la Alhóndiga de Granaditas,
el 30 de
septiembre de 1810.
El ejército insurgente siguió con
rumbo a Querétaro, pero desviándose a Valladolid, donde entraron tras pequeñas
escaramuzas con el ejército realista. Después de unos días, Hidalgo salió con
rumbo a la Ciudad de México, con el fin de tomarla. En esos momentos, el
ejército insurgente constaba ya de 80 000 soldados. En Acámbaro, Hidalgo
hizo algunos nombramientos: él quedó como generalísimo, Allende como capitán
general, Juan Aldama,
Jiménez y Arias como tenientes generales; Ignacio Martínez, José Antonio
Martínez y Abasolo quedaron como mariscales de campo.
Abasolo tomó parte en los combates que
Hidalgo dirigió en el Monte de las Cruces, Aculco y el Puente de Calderón. En este último enfrentamiento,
Hidalgo fue derrotado por el ejército realista al mando del general, y
posteriormente virrey, Félix María Calleja. A causa de esta derrota,
Hidalgo, escapó hacia el norte del país, para convocar más adeptos a la causa y
solicitar ayuda de Estados
Unidos. Pero el 21 de marzo de 1811, en Acatita de Baján en el estado de Coahuila,
fueron aprehendidos todos los líderes insurgentes, entre ellos Abasolo.
Hidalgo, Allende, Jiménez y otros más fueron sentenciados a muerte y fusilados,
pero Abasolo no fue fusilado, sino enviado a España en calidad de prisionero.
Esta distinción respecto a los otros jefes de la insurrección se debió a la
intervención de su esposa Manuela Rojas Taboada, cuya familia tenía relaciones
en las altas esferas de la política del Virreinato de la Nueva España. Se le
perdonó la vida, y se le condenó a cadena perpetua y fue encarcelado en el
castillo de Santa Catalina, en Cádiz. Allí permaneció hasta su muerte,
ocurrida el 14 de abril de 1816, por tuberculosis pulmonar,
favorecida por la inhóspita celda del castillo.
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