viernes, 31 de octubre de 2014

LEONA VICARIO



María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador, mejor conocida como LEONA VICARIO nació en la Ciudad de México el 10 de abril de 1789, murió en la  Ciudad de México el 21 de agosto de 1842, fue una de las figuras más destacadas de la Guerra de Independencia de México donde se dedicó a informar a los insurgentes de todos los movimientos que podían interesarles y que ocurrían en la capital del virreinato. Miembro de los Guadalupes, financió con su propia fortuna la insurgencia.

Le fue concedido el título honorífico de Benemérita y Dulcísima Madre de la Patria por el Congreso de la Unión, su nombre está inscrito con letras de oro en el Muro de Honor del Palacio Legislativo de San Lázaro, sede de la Cámara de Diputados de México.

Leona Vicario fue hija única, su padre fue Gaspar Martín Vicario, comerciante español proveniente de Castilla la Vieja, España y su madre fue Camila Fernández de San Salvador, originaria de Toluca. Adquirió una esmerada educación; cultivó las ciencias, las bellas artes, la pintura, el canto y la literatura.

Al morir sus padres en 1807, permaneció bajo la custodia de su tío, el doctor en leyes y abogado Agustín Pomposo Fernández de San Salvador, que además fungía como albacea. Su tío le permitió vivir sola para que estuviera cómoda, compró una propiedad contigua para estar al pendiente de ella, algo escandaloso para las costumbres de la época. Su tío la comprometió a matrimonio con el coronel y abogado Octaviano Obregón, pero éste viajó a España como diputado a las Cortes de Cádiz.

En 1811 conoció a Andrés Quintana Roo, un estudiante de leyes procedente de Yucatán que trabajaba en el despacho de su tío. Ambos quedaron enamorados, y Andrés solicitó la mano de Leona, obteniendo la negativa de su tío, argumentando que el joven era pobre, ante la forzosa separación, Leona busco la manera de ayudar por cuenta propia la causa insurgente.

Desde 1810, Leona Vicario formó parte de un grupo súper secreto llamado Los Guadalupes, cuyos integrantes conformaron una especie de red, a través de correos con Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón, debido a que pertenecían a la sociedad virreinal, y eso les permitía tener acceso a información que otros insurgentes no tenían. Además, dio cobijo a fugitivos, envió dinero y medicinas y colaboró con los rebeldes, transmitiéndoles recursos, noticias e información de cuantas novedades ocurrían en la corte virreinal.

Ferviente proselitista de la causa insurgente, a finales de 1812 convenció a unos armeros vizcaínos para que se pasaran al bando insurgente, trasladándose a Tlalpujahua, localidad en la que estaba instalado el campamento de Ignacio López Rayón, donde se dedicaron a fabricar cañones financiados con la venta de sus joyas y bienes.

En marzo de 1813, uno de sus correos fue interceptado; Leona, al enterarse, huyó con rumbo a Michoacán. De regreso a la capital, su tío la recluyó en el Colegio de Belén de las Mochas y dio aviso a las autoridades para que fuera procesada conforme a la justicia. La Real Junta de Seguridad y Buen Orden le instruyó un proceso en el que fueron apareciendo los documentos que la inculparon, entre otros los relativos a sus intentos de huida para pasarse al campo de los rebeldes; fue sometida a interrogatorio y se presentaron las pruebas que la inculpaban. Nunca delató a sus compañeros; fue declarada culpable y se le condenó a formal prisión y a la incautación de todos sus bienes.

En mayo de 1813, tres insurgentes disfrazados de oficiales virreinales la ayudaron a escapar rumbo a Tlalpujahua, Michoacán, donde contrajo matrimonio con Andrés Quintana Roo.

A partir de entonces se mantuvo junto a su esposo al servicio de la insurgencia y del Congreso de Chilpancingo. Morelos enviaba cartas a Leona desde Chilpancingo; preocupado por su situación, decidió recompensarla con una asignación económica, más tarde ratificada y aprobada por el propio Congreso, el 22 de diciembre de 1813.

A lo largo de 1814 y gran parte de 1815, Leona siguió colaborando y trabajó en los periódicos: El Ilustrador Americano y el Semanario Patriótico Americano.

Finalmente, capturado y muerto José María Morelos y disuelto el Congreso por las propias fracciones insurgentes enfrentadas, Leona y su marido se escondieron en la zona de Michoacán, rechazando los repetidos indultos que les llegaban desde la capital.

En 1817, Leona tuvo su primera hija: Genoveva. Debido a que el matrimonio se la pasaba huyendo de un sitio a otro, Leona dio a luz a su hija en una cueva localizada en Achipixtla, un lugar situado en la Tierra Caliente. Ignacio López Rayón fungió como padrino de la niña.

El 14 de marzo de 1818, escondidos en la serranía de Tlatlaya, actualmente Estado de México, fueron capturados; pensando en las consecuencias que significaría para su hija, aceptaron el indulto que antes habían rechazado.

Consumada la independencia y en compensación por la confiscación de sus bienes, el Congreso de la República concedió a Leona Vicario, en la sesión celebrada el 8 de agosto de 1823, una liquidación en metálico, una hacienda llamada Ocotepec, en los Llanos de Apan y tres casas en la Ciudad de México.

En 1827 el Congreso del Estado de Coahuila y Texas acordó que la villa de Saltillo se denominase en adelante Leona Vicario, conocida en esas épocas como la mujer fuerte de la Independencia.

Tuvo una segunda hija a la que llamaron Dolores, en honor a la villa en la que Miguel Hidalgo inicio la lucha por la independencia en 1810.

Leona Vicario continuo con actividades políticas, periodísticas y poéticas junto a su esposo a quien defendió y por quien peleó cuando el presidente Anastasio Bustamante decidió su persecución y condena como represalia por las campañas de prensa que se difundían desde El Federalista, editado gracias a los recursos de Leona y en el cual siguió escribiendo hasta su muerte, el 21 de agosto de 1842 en su casa en la Ciudad de México.

Fue declarada Benemérita y Dulcísima Madre de la Patria el día 25 del mismo mes y año, ha sido la única mujer en México a la que se le han ofrecido funerales de Estado. Sus restos descansaron, primero en el Panteón de Santa Paula, después, el 28 de mayo de 1900 fueron trasladados junto con los de su esposo Andrés Quintana Roo, a la Rotonda de las Personas Ilustres del Panteón Civil de Dolores, hasta su traslado a la Columna de la Independencia en 1925.

El 30 de mayo de 2010, fueron trasladados al Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec para su conservación, análisis y autentificación. Posteriormente, el 15 de agosto del mismo año, fueron llevados a Palacio Nacional para ser colocados en la Galería Nacional en el marco de la exposición México 200 años, la Construcción de la Patria. Su nombre está inscrito con letras de oro en el Muro de Honor del Palacio Legislativo de San Lázaro, sede del Congreso de la Unión. De igual forma, su nombre ha sido grabado con letras de oro en el Congreso del estado de Quintana Roo, en la ciudad de Chetumal.

Leona Vicario es una heroína nacional, Benemérita de la Patria, Madre de la Patria y fundadora de México. Es considerada la primera periodista en México. 

Existen muchas estatuas de ella a través de todo México y además, muchas escuelas, hospitales, bibliotecas, ciudades, pueblos, calles y lugares están nombrados en su honor como el poblado Leona Vicario, en el Estado de Quintana Roo.

SAN QUINTÍN



Fue Quintín hijo de un senador romano muy apreciado de la gente. Se hizo amigo del Papa San Marcelino, quién lo bautizó.

El más grande deseo de Quintín era hacer que muchas personas conocieran y amaran a Jesucristo, y poder derramar su sangre por defender la religión.

Cuando el Papa San Cayo organizó una expedición de misioneros para ir a evangelizar a Francia, Quintín fue escogido para formar parte de ese grupo de evangelizadores.

Dirigido por el jefe de la misión, San Luciano, fue enviado Quintín a la ciudad de Amiens, la cual ya había sido evangelizada en otro tiempo por San Fermín, por lo cual hubo un nutrido grupo de cristianos que le ayudaron allí a extender la religión. Quintín y sus compañeros se dedicaron con tan grande entusiasmo a predicar, que muy pronto ya en Amiens hubo una de las iglesias locales más fervorosas del país. Nuestro santo había recibido de Dios el don de sanación, y así al imponer las manos lograba la curación de ciegos, mudos, paralíticos y demás enfermos. Había recibido también de Nuestro Señor un poder especial para alejar los malos espíritus, y eran muchas las personas que se veían libres de los ataques del diablo al recibir la bendición de San Quintín.

Esto atraía más y más fieles a la religión verdadera. Los templos paganos se quedaban vacíos, los sacerdotes de los ídolos ya no tenían oficio, mientras que los templos de los seguidores de Jesucristo se llenaban cada vez más y más. Los sacerdotes paganos se quejaron ante el gobernador Riciovaro, diciéndole que la religión de los dioses de Roma se iba a quedar sin seguidores si Quintín seguía predicado y haciendo prodigios. Riciovaro, que conocía a la noble familia de nuestro santo, lo llamó y le echó en cara que un hijo de tan famoso senador romano se dedicara a propagar la religión de un crucificado.

Quintín le dijo que ese crucificado ya había resucitado y que ahora era el rey y Señor de cielos y tierra, y que por lo tanto para él era un honor mucho más grande ser seguidor de Jesucristo que ser hijo de un senador romano.

El gobernador hizo azotar muy cruelmente a Quintín y encerrarlo en un oscuro calabozo, amarrado con fuertes cadenas.

Pero por la noche se le soltaron las cadenas y sin saber cómo, el santo se encontró libre, en la calle.

Al día siguiente estaba de nuevo predicando a la gente. Entonces el gobernador lo mandó poner preso otra vez y después de atormentarlo con terribles torturas, mandó que le cortaran la cabeza, y voló al cielo a recibir el premio que Cristo ha prometido para quienes se declaran a favor de Él en la tierra.

Hay que ser: Pronto para escuchar y lento para responder 

jueves, 30 de octubre de 2014

ANDRÉS QUINTANA ROO



Andrés Eligio Quintana Roo nació en Mérida, Yucatán el 30 de noviembre de 1787 murió en la Ciudad de México el 15 de abril de 1851, abogado,  poeta, político e insurgente en el proceso de independencia de México. Fue esposo de Leona Vicario quien destacó durante la guerra de independencia de México. Hijo de José Matías Quintana y María Ana Roo, descendientes de colonos canarios que se establecieron en la península de Yucatán en el siglo XVIII y hermano mayor del sacerdote católico Tomás Quintana Roo.

Estudió sus primeras letras en el Seminario de San Ildefonso de Mérida, demostró gran capacidad para las letras; en 1808 continuó sus estudios en la Ciudad de México en la Real y Pontificia Universidad de México.

Su padre estableció la primera imprenta que editó periódicos en la península yucateca, la actitud de Matías Quintana fue considerada subversiva por la corona y fue aprehendido por las autoridades del virreinato; fue mandado encarcelar en San Juan de Ulúa. Quintana Roo cursó el bachillerato de artes y cánones, se tituló como abogado siendo pasante en el bufete de don Agustín Pomposo Fernández.

En 1802 en Yucatán se forma un grupo denominado Sanjuanistas, fue fundado por Pablo Moreno, filósofo yucateco y el capellán José María Velázquez, a este grupo se integran notables personajes como el padre de Andrés Quintana Roo y Lorenzo de Zavala; el grupo abogaba por la supresión del servilismo indígena, las obvenciones parroquiales y a los privilegios a la Corona Española.

De manera casi inmediata surgió en la península un grupo opuesto a los sanjuanistas llamado los rutineros.

Fue uno de los próceres de la Independencia de México. Miembro del Congreso de Chilpancingo, presidió la Asamblea Constituyente que formuló la declaración de Independencia 1813. Diputado, senador, varias veces secretario de Estado, magistrado de la Suprema Corte y miembro del gobierno tripartito del 23 al 31 de diciembre de 1829; editó y dirigió el periódico Semanario Patriótico Americano; autor de la obra Dieciséis de septiembre, entre otras.

En su honor se dio el nombre al estado de Quintana Roo, en México. Hay también un pequeño municipio en el estado de Yucatán que lleva su nombre.

Sus restos descansaron en la Columna de la Independencia desde 1925 hasta el 30 de mayo del 2010, fecha en que fueron trasladados al Museo Nacional de Historia para su conservación, análisis y autentificación.
Fue discípulo de Agustín Pomposo Fernández de San Salvador, cuya sobrina era Leona Vicario, pero había un problema: don Agustín apoyaba a la Corona y Andrés apoyaba a la insurgencia. Andrés solicitó permiso para casarse con Leona pero le fue negado por sus diferencias ideológicas. Entonces Quintana Roo fue a unirse con los insurgentes; y aprovechando la forzosa separación, doña Leona prestó eminentes servicios a la Independencia en forma secreta.

Leona fue descubierta en 1813 por prestar servicios a la insurgencia y fue encerrada en el Colegio de Belén Ciudad de México, no obstante el apoyo que, pese a todo, su tío le brindó en la corte.

Logró escapar disfrazada y contrajo nupcias con Andrés en Tlalpujahua, Michoacán.

SAN ALONSO RODRÍGUEZ



El santo de hoy es un caso típico. Viudo, comerciante, portero por 45 años de un colegio. Poco instruido en las ciencias del mundo, pero un verdadero místico.
San Alonso nació en Segovia España en 1533, hijo de un comerciante acaudalado.

Cuando nuestro santo aún era un niño, tuvo la suerte de que llegó a su ciudad a predicar el Beato Pedro Fabro discípulo muy amado de San Ignacio de Loyola y se hospedó en la casa de los padres de Alonso y luego en compañía del jovencito se fue a una finca que poseía la familia Rodríguez, y allá lo preparó a la Primera Comunión. Esta amistad con un gran apóstol le fue de enorme provecho para su santificación.

Alonso fue después a estudiar en un colegio de los Padres Jesuitas, pero al morir su padre tuvo que volverse a casa para administrar los negocios. Sin embargo el destino que Dios le tenía preparado no era el de negociante y como no poseía las suficientes cualidades para ese oficio, sus negocios fueron decayendo poco a poco. Era como una llamada que Dios le hacía para que se dedicara a otra labor donde sí iba a conseguir la santidad.

Alonso se casó con una mujer muy buena y piadosa y tuvieron un hijo. Pero luego cuando iba a nacer el segundo niño, la esposa murió, dejándolo viudo y con un hijito muy pequeño. En seguida murió también su madre y los negocios empezaron a quebrar. Esta serie de infortunios hizo pensar a Alonso si no sería que Dios quería de él otro modo de vivir. Hasta entonces había sido un honrado comerciante, pero le faltaba todavía ser un creyente fervoroso y heroico
Vendió entonces los pocos bienes que le quedaban y se fue con su hijito a vivir junto a dos hermanas suyas que eran extraordinariamente piadosas, las cuales le enseñaron el arte de rezar bien, y de hacer meditación y oración mental. Las enseñanzas de estas dos sencillas mujeres le fueron de inmensa importancia para su vida. Alonso meditaba dos horas diarias por la mañana, y por la tarde rezaba el rosario pensando en los misterios. Pronto empezó a descubrir la imperfección de su vida pasada, viéndola a la luz de las enseñanzas de Jesucristo. En un momento de meditación alcanzó a contemplar un poco los goces que nos esperan en el cielo, y en esos días hizo una confesión general de toda su vida y empezó una existencia totalmente dedicada a la oración, a la mortificación, a la meditación y a obras de caridad a favor de los pobres.


Luego murió su único hijo. Alonso sintió una agonía de muerte, pero en seguida Nuestro Señor le iluminó con la lectura de una página del Libro de la Sabiduría en la S. Biblia Capítulo 4 que dice que a muchos jóvenes se los lleva Dios a la otra vida para evitarles terribles peligros que les podían llegar en esta vida contra su santidad y su salvación. Con esto Alonso se consoló inmensamente porque comprendía que su hijito tan amado, al morir tan joven se había librado de muchos peligros de ofender a Dios. Y esa muerte tan dolorosa lo movió a renunciar a todo e irse de religioso.

Alonso pidió a los padres jesuitas que lo aceptaran en su comunidad, pero nadie quería recibirlo porque tenía ya casi 40 años, no había hecho estudios y además era viudo. No se acostumbraba recibir gente de esa clase. Pero de pronto el superior sin saber por qué, cambió de parecer, y lo aceptó como hermano lego. Esa iba a ser la profesión que lo iba a llevar a la santidad.

Los superiores lo enviaron a la isla de Mallorca como portero del colegio de los jesuitas de Montesión. Allí en ese cargo se ganará la gloria del cielo atendiendo durante 45 años con la más exquisita bondad a toda clase de huéspedes y transeúntes.


Ser portero en un gran colegio no es tarea fácil, y menos lo era en aquellos tiempos en los que no había ni teléfono, ni otros medios de fácil comunicación de que disponemos hoy en día. Y los que lo conocieron y trataron dejaron constancia de que jamás alguien recibió del hermano Alonso un trato hosco o maleducado o frío, sino que por el contrario, todos se sentían tratados como si fueran grandes personajes. Allí llegaban montones de alumnos con su algarabía juvenil, padres de familia, proveedores del colegio, religiosos viajeros que venían a pedir hospedaje por unos días, visitantes, médicos, obispos, militares, empleados del gobierno, vendedores y multitud de pordioseros y cada cual se sentía tratado por el hermano Alonso con una amabilidad que no estaban acostumbrados a recibir en otras partes.

Alonso Rodríguez se propuso ver a Jesús en cada visitante que llegaba, y tratar muy bien a Jesús que llegaba disfrazado de prójimo. Cuando alguien le preguntaba por qué no era más duro y áspero con ciertos tipos inoportunos, le respondía: "Es que a Jesús que se disfraza de prójimo, nunca lo podemos tratar con aspereza o mala educación". Seguramente que Nuestro Señor al llegar al cielo le habrá repetido aquello que en el Evangelio prometió que dirá a quienes tratan bien a los demás: "Ven siervo bueno y fiel. Entra en el gozo de tu Señor, porque cuando me disfracé de huésped me tratase sumamente bien. El buen trato que les diste a los demás, aún a los más humildes, lo recibo como si me lo hubieras dado a Mí en persona" (Mt. 25, 40).

Sus compañeros jesuitas dejaron escrita esta observación verdaderamente admirable: "Declaramos que jamás vimos en el hermano Alonso Rodríguez un comportamiento que no fuera el de un verdadero santo". Algo admirable en verdad.

De entre tantísimos amigos que Alonso trató en su oficio de portero en los 45 años en Montesión, el más santo e importante de todos fue San Pedro Claver. Este gran apóstol vivió tres años con Alonso en aquella casa, y una noche el fervoroso portero oyó en visión que le decían: "Pedro Claver está destinado a hacer un gran bien en Sudamérica". Desde entonces el santo portero se propuso animar a Pedro a que viajara como misionero a América, y lo logró. Pedro Claver bautizó a más de 300,000 negros en Cartagena, y nunca pudo olvidar los buenísimos consejos que le dio su fiel amigo Alonso, en Mallorca.

San Pablo decía que para que no se llenara de orgullo Dios le permitió ataques terribles en su carne. Y así le sucedió también al buen Alonso. De vez en cuando le llegaban sequedades tan espantosas en la oración que para él, rezar era un verdadero tormento. Todo lo que fuera piedad le producía repulsión. Pero así y con esas sequedades seguía rezando. Rezaba todo el día, viajando de un sitio a otro de la casa llevando razones y mensajes, o atendiendo en su portería a todo el que llegaba. Alonso rezaba siempre.

Un día cuando sus tentaciones impuras se le habían vuelto casi enloquecedoras, al pasar por frente a una imagen de la Sma. Virgen le gritó en latín: "Sancta Maria, Mater Dei, memento mei" (Santa María Madre de Dios, acuérdate de mí) e inmediatamente sintió que las tentaciones desaparecían. Desde entonces se convenció de que la Santísima Virgen tiene gran poder para alejar a los espíritus impuros, y se dedicó a encomendase a Ella con mayor fervor. Le rezaba varios rosarios cada día y en honor de la Madre de Dios rezaba salmos diarios. Y la Virgen María fue su gran Protectora y defensora hasta la hora de su muerte y se le apareció varias veces, llenándolo de increíble felicidad.

En sus dolorosas enfermedades se sentía asistido por Jesús y María y decía que había días en que los sentía tan presentes junto a él como si hubiera vivido en Nazaret cuando ellos los dos estaban viviendo allá. Esto le producía intensas alegrías espirituales.

Con autorización de sus superiores fue escribiendo todo lo que recordaba de sus experiencias espirituales, y en esa su autobiografía hay detalles que demuestran cómo este sencillo e ignorante porterito de un colegio llegó a altísimos grados en la vida mística. Con razón las gentes de toas las clases sociales iban al colegio a pedirle sus consejos, a consultarle sus dudas y a recibir consuelos para sus penas.

Cuando ya era muy anciano y estaba sumamente enfermo, un día el superior para ver qué tanta era su obediencia le dijo: "Le ordeno que se vaya de misionero a América del Sur". Inmediatamente Alonso empacó sus pocas ropas y salió por la portería, listo a embarcarse en el primer barco que llegara. El superior tuvo que mandarle otra vez que se volviera a su puesto.

Otro día el superior, que sufría de un reumatismo sumamente doloroso le dijo: " Hermano Alonso, pídale a Dios y a la Virgen que me curen de este mal tan molesto". El santo estuvo toda la noche rezando, y no dejó de rezar pidiendo aquel favor, sino cuando al amanecer supo que el Padre Superior había amanecido totalmente curado.

El 29 de octubre de 1617 sintiéndose sumamente lleno de dolores y de angustias, al recibir la Sagrada Comunión, inmediatamente se llenó de paz y de alegría, y quedó como en éxtasis. Dos días estuvo casi sin sentido y el 31 de octubre despertó, besó con toda emoción su crucifijo y diciendo en alta voz: "Jesús, Jesús, Jesús" expiró.

miércoles, 29 de octubre de 2014

MARIANO MATAMOROS



Mariano Matamoros y Guridi nació el 14 de agosto de 1770, murió el 3 de febrero de 1814, fue un sacerdote liberal mexicano, que participó en la guerra de Independencia de México.

Nació en la Ciudad de México el 14 de agosto de 1770. Pasó su infancia en IxtacuixtlaTlaxcala .En la Ciudad de México se graduó de bachiller en arte en 1786 y bachiller en teología en1789. Se ordenó sacerdote en 1796, y ofició su primera misa en la parroquia de Santa Ana. Después fue asignado a otras parroquias, como la del Sagrario Metropolitano, Querétaro y Jantetelco, donde comenzó a ejercer su ministerio a partir de1808. En este tiempo, comenzó a simpatizar con las ideas liberales de los criollos, razón por la cual fue denunciado a las autoridades españolas poco antes de que diera comienzo la guerra. Pudo escapar, para integrarse en Izúcar a las filas de José María Morelos y Pavón, el 16 de diciembre de 1811, un día antes de la Batalla de Izúcar. Morelos lo nombró coronel de su estado mayor y le encomendó la formación de su propio cuerpo militar. Con los habitantes de Jantetelco y lugares aledaños, Matamoros logró dos regimientos de caballería, dos batallones de infantería y un cuerpo de artillería, en total las fuerzas que reunió fueron dos mil hombres. 

Sus primeras acciones de guerra con un mando independiente fueron en Tecualoya y Tenancingo. Acompañó a Morelos en el sitio de Cuautla del 9 de febrero al 2 de mayo de 1812. Una noche de abril, Matamoros rompió el cerco y pudo reunirse en Ocuituco con Miguel Bravo, para regresar con víveres a Cuautla, pero fueron emboscados y derrotados en Amazingo y Tlacalque debido a una delación.

Una vez roto el cerco por las tropas insurgentes, se unió a Morelos en Chiautla y en seguida regresó a Izúcar, donde contó con la ayuda de Manuel Mier y Terán para reorganizar sus tropas. Ya como teniente general, participó en la toma de Oaxaca el 25 de noviembre de 1812. El 19 de abril de 1813derrotó al realista Manuel Dambrini en Tonalá. En San Juan Coscomatepec auxilió a Nicolás Bravo. El 16 de agosto del mismo año derrotó al batallón de Asturias en San Agustín del Palmar, comandado por Manuel Martínez y Juan Cándano.

Morelos reconoció la habilidad de Matamoros para la guerra, y lo elevó al rango de lugarteniente general, su verdadera mano derecha, como lo llamaba.

El 23 de diciembre de 1813, Matamoros participó en un intento de toma de Valladolid, que resultó un desastre para el Ejército Insurgente, porque las tropas de Hermenegildo Galeana y de Nicolás Bravo fueron repelidas en varias ocasiones.

Esa noche, los insurgentes se replegaron a las Lomas de Santa María, a las afueras de la ciudad, donde las tropas de Agustín de Iturbide y Ciriaco del Llano atravesaron la infantería insurgente y, tras causar un verdadero desastre, abandonaron el campo, dejando a los insurgentes que, confundidos por las sombras de la noche, se combatían entre sí.

Morelos ordenó a Matamoros trasladarse con el resto del ejército insurgente a la hacienda de Puruarán, situada cerca de Valladolid, el 5 de enero de 1814, lo que resultó en otro desastre, pues, tras la derrota, otra vez por las fuerzas de Iturbide, Matamoros intentó escapar cruzando un vado cercano sobre el río que baña la hacienda de Puruarán.

Fue capturado por un soldado dragón del batallón de Infantería de Frontera llamado Eusebio Rodríguez, que recibió del gobierno virreinal un premio de doscientos pesos y un ascenso a teniente por tan importante captura.

Fue llevado preso a la cárcel clerical de la Inquisición en Valladolid hoy Morelia, Morelos ofreció, desde Coyuca, al virrey Félix María Calleja, mediante un soldado español a quien liberó, la vida de doscientos prisioneros españoles a cambio de la libertad de Matamoros, pero ni así lo pudo recuperar. Entregado a las autoridades civiles y encontrado culpable de “traición” a Fernando VII.

Fue ejecutado en el Portal del Ecce Homo hoy Portal de Matamoros de Valladolid el 3 de febrero de 1814, mientras las campanas de la Catedral tocaban agonías, lúgubre tañido que fue secundado por todas las iglesias de la ciudad. Fueron necesarias dos descargas del pelotón para acabar con su vida.

El 16 de septiembre de 1823, Matamoros fue honrado como Benemérito de la Patria. Sus restos fueron trasladados a la catedral metropolitana de la Ciudad de México ese mismo año y permanecieron ahí hasta 1925, año en que fueron colocados en el mausoleo de la Columna de la Independencia.

El 30 de mayo de 2010 fueron exhumados con honores máximos y llevados al Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec para su análisis y autentificación.