De este
santo tan joven ha quedado una frase muy popular. Le preguntaron qué hay que
hacer para demostrarle a la Virgen que la amamos, y respondió: "Ofrecerle
pequeños homenajes, pero no dejar nunca de ofrecérselos".
Era hijo de un rico
senador de Polonia, y nació en el castillo de su padre en 1550. A los 14 años
entró a estudiar en un colegio de Jesuitas, pero tropezó con tres grandes obstáculos
para su felicidad. El primero fue que su padre lo hizo hospedar en una casa de
un calvinista protestante, el cual trataba mal a los católicos que eran
fervorosos. El segundo fue su hermano mayor Pablo, fiestero y mundano todo lo
contrario a Estanislao que era recogido y piadoso. Y tercero, que el profesor
que su padre les consiguió para que les dirigiera, le tenía una antipatía
especial y lo trataba con gran dureza. Todo esto le fue formando la
personalidad y lo fue desprendiendo del mundo donde la gente no sabe hacer
felices a los demás.
Como su
hermano lo trataba mal, y el calvinista protestante no lo dejaba comulgar y el
profesor era muy duro, y su padre se oponía a que se hiciera religioso,
Estanislao dispuso huir de su casa e irse lejos, muy lejos, donde pudiera
realizar sus ideales religiosos. Quiso hacerse Jesuita en su país pero los
padres de esa comunidad no se atrevieron a recibirlo por temor a echarse de
enemigo a su padre. Entonces emprendió un viaje a pie a 500 kilómetros. Primero
a Alemania, donde fue recibido amablemente por el superior regional de los
Jesuitas. San Pedro
Canisio, y luego hasta Roma, donde el superior general San Francisco
de Borja lo recibió
con especial cariño.
Al
principio los religiosos lo emplearon en oficios humildes y domésticos, como
lavar loza, servir en el comedor, etc. a él que era de familia rica y
distinguida, y lo hizo con muy buena voluntad y verdadera alegría.
Luego fue
admitido en el noviciado donde resultó ser un verdadero modelo de santidad para
todos. Se propuso hacer extraordinariamente bien las cosas ordinarias.
Solamente alcanzó a durar nueve meses en aquella vida religiosa, pero fueron
suficientes para dejar gran fama de piadoso, amable, servicial, buen
trabajador, y excelente estudiante.
Su amor a
Jesús Sacramentado era tan ardiente que cuando entraba al templo, su rostro se
le volvía resplandeciente o se enrojecía. Y durante la santa misa o después de
comulgar, frecuentemente era arrebatado en éxtasis, y quedaba como fuera de sí,
sin darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor.
Polonia,
el país de Estanislao, es una tierra donde hace intenso frío. Y en cambio los
calores de Roma son casi insoportables en el mes de agosto. Y esto afectó
fuertemente la salud del joven novicio y al principio de agosto empezó a
sentirse muy mal. El 10 de agosto charlando con un religioso le dijo:
"Estoy pensando cómo será de grande y bonita en el cielo la fiesta de la
Asunción de la Virgen María. Desearía ir este año a presenciarla". Y Dios
le concedió su buen deseo.
Empezó a agravarse,
y aunque los padres de la comunidad creían que la enfermedad le pasaría muy
pronto, él estaba seguro de que la hora de su muerte estaba para llegar.
Y así el
15 de agosto de 1568, cuando sólo tenía 18 años, voló a la eternidad. Fue a
presenciar la fiesta de la Asunción de la Virgen, en el cielo, como era su
deseo.
Poco después llegó
el hermano a llevárselo por la fuerza a Polonia, y se encontró con la amarga
noticia de que había muerto. El pobre Pablo quedó toda la vida con el
remordimiento de haber tratado tan duramente a Estanislao, y llegó a ser
después un fervoroso creyente, y asistió a la beatificación de su hermano.
Por su intercesión
se obtuvieron numerosos milagros, y el Santo Padre lo canonizó y lo declaró
patrono de los novicios y de los que se preparan al sacerdocio.
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