Este Pontífice se ha
hecho famoso por Las Catacumbas de San Calixto, en Roma, que él organizó
(catacumba significa: cueva subterránea). Estas catacumbas son las más famosas
de Roma (según decía Juan XXIII). Tienen 4 pisos sobrepuestos, y más de 20
kilómetros de corredores. Allí se encuentran el famoso sepulcro de Santa
Cecilia y los sepulcros de muchísimos mártires de los primeros siglos.
Dicen que era un esclavo
que un tiempo estuvo condenado a trabajos forzados en las minas. Recobrada la
libertad se dedicó a estudiar la religión de Cristo y a enseñarla a sus
vecinos. El Papa San Ceferino lo nombró como su hombre de confianza en el año
199 y le encomendó la dirección de las Catacumbas donde sepultaban a los
cristianos. Calixto ensanchó notablemente estas catacumbas y las organizó muy
bien.
Al morir San Ceferino, el
pueblo de Roma eligió como Sumo Pontífice a Calixto, como el mejor preparado
para ello. Pero se le opuso terriblemente un tal Hipólito, aduciendo como
razones para pedir que lo destituyeran del Pontificado, el que Calixto afirmaba
que si un pecador hacía penitencias y dejaba sus maldades se le podía volver a
admitir entre los fieles cristianos católicos, y que a un obispo no se le podía
destituir por un grave pecado que hubiera cometido, si se arrepentía y empezaba
una vida de conversión y penitencia. Calixto sabía ser comprensivo.
Este Santo Pontífice
convirtió a muchos romanos al cristianismo, curó a varios enfermos que padecían
de enfermedades muy graves, y defendió cuanto más pudo a los creyentes
perseguidos.
Nuestro santo ayunaba
días y semanas y hasta 40 días seguidos. Cuando los perseguidores lo llevaron
preso por proclamar su fe en Jesucristo, lo echaron a un oscuro calabozo,
esperando que se desesperara por hambre. Pero después de unos días lo
encontraron muy tranquilo. Le preguntaron cómo lograba mantenerse sereno sin
comer ni beber y les dijo: "Acostumbré a mi cuerpo a pasar días y semanas sin
comer ni beber, y esto por amor a mi amigo Jesucristo, así que ya soy capaz de
resistir sin desesperarme".
En la cárcel consiguió
con sus oraciones la sanación de la esposa del carcelero cuando ya la pobre
mujer estaba agonizando. En acción de gracias, el carcelero y toda su familia
se hicieron bautizar por él.
Entonces el jefe pagano
de Roma ordenó que lo echaran en un pozo profundo y que cubrieran la boca del
pozo con tierra y escombros. Todavía en Roma señalan a los turistas el pozo de
San Calixto, desde donde su alma voló al cielo a recibir el premio prometido
por Cristo Jesús a los que lo proclaman en la tierra.
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