miércoles, 1 de julio de 2015

SAN DAMIÁN DE MOLOKAI



Nació el 3 de enero en la finca de sus padres, en Tremeloo, Bélgica. Su nombre de bautismo es José Veuster. Estudió en Braine-le-Comte. Entró en la vida religiosa con los Padres de los Sagrados Corazones de Jesús y María, el 7 de Octubre de 1860 y tomó como nombre Damián.

Siendo novicio en París se ofreció para las misiones. Los SS.CC. habían llevado la Iglesia Católica a Hawai y todavía estaban encargados suplir los sacerdotes. En 1864 lo enviaron a aquellas islas y dos meses mas tarde, el 24 de mayo, fue ordenado sacerdote en Honolulu, la capital.

Su primera parroquia fue con los nativos de Puno y Kohala, tierra árida y volcánica donde no existía iglesia ni ayuda alguna. La extensión de su territorio es aproximadamente que toda Bélgica, su patria. Recorría todo ese terreno sin detenerse ante las grandes dificultades. Trabajó con sus manos para construir la iglesia y se ganó la estima de aquella gente.

1873 MOLOKAI

En Hawai se desató una terrible epidemia de lepra. El pánico cundía por todas partes ya que se trata de una enfermedad terrible en la que se pudre lentamente el cuerpo del enfermo. No se conocía cura.

El rey promulgó un decreto: todos los que contraen la enfermedad deben ser aislados, llevándoseles a una colonia especial para ellos en la isla de Molokai. Debían por tanto separarse para siempre de su familia. Se les llevaba alimentos y algunos abastecimientos pero por lo demás eran allí abandonados a su suerte. 

En 1873 el obispo de las islas se preocupaba del cuidado espiritual de los leprosos. Pero comprendía que si enviaba un sacerdote a Molokai sería con la provisión que, bajo las nuevas regulaciones del gobierno, debería quedarse allí para siempre y casi de seguro contraería la enfermedad. 

El Padre Damián pidió ser enviado. Inmediatamente se puso en camino. En Honolulu se embarcó con 50 leprosos que eran enviados a Molokai. Sus nuevos feligreses lo esperaban en la playa en condiciones de extrema necesidad y desesperación. En las pésimas condiciones que encontró en la colonia, solo tenía refugio en una cruda capilla de madera donde su primer acto fue arrodillarse a rezar. Se pasó esa noche limpiándola. Con tristeza escuchaba la risa de los borrachos, el llanto de los moribundos, los aullidos de los perros salvajes que devoraban a los muertos. Allí no había ley ni protección para nadie. Los niños y las mujeres vivían con temor por la frecuente violencia. La gente vivía sin esperanza y sin paz. Se consideraba aquel lugar como un infierno en la tierra.

El Padre Damián transformó aquel infierno con el poder del amor divino en una comunidad de y amor y paz. Por años sirvió solo como santo sacerdote ocupándose tanto las necesidades espirituales como las corporales. Bajo su supervisión se construyó la iglesia a la que nombró Santa Filomena, un hospital, enfermería, escuela, viviendas, etc. Su entrega llena de fe tornó aquel lugar abandonado de todos en una ejemplar comunidad donde se atendía a todos con esmero.

Por fin, en 1885, contrajo lepra a la edad de 49 años. A pesar del avance de la enfermedad, rehusó ser trasladado para recibir tratamiento.

"Hasta este momento me siento feliz y contento, y si me dieran a escoger la posibilidad de salir de aquí curado, respondería sin dudarlo: "Me quedo para toda la vida con mis leprosos"".

A pesar grandes sufrimientos y con su cuerpo deformado, continuó su ministerio hasta el fin de su vida.

A su hermano Pánfilo le escribe el 16 de noviembre de 1887, unos meses antes de morir: "Continúo siendo el único sacerdote en Molokai. El padre Columbano y últimamente el padre Wendelin Moellers son los únicos hermanos que he visto desde hace dieciséis meses. Por tener tanto que hacer, el tiempo se me hace muy corto; la alegría y el contento del corazón que me prodigan los Sagrados Corazones hacen que me crea el misionero más feliz del mundo. Así es sacrificio de mi salud, que Dios ha querido aceptar haciendo fructificar un poco mi ministerio entre los leprosos, lo encuentro después de todo bien ligero e incluso agradable para mí, atreviéndome a decir como San Pablo -Estoy muerto y mi vida está escondida con Cristo en Dios-".

Al final de su vida tuvo el consuelo del Padre Wendelin y las hermanas franciscanas que fueron a Molokai para encargarse de la enfermería. Entre ellas la beata Madre Marianna Cope quien dedicó más de 30 años al servicio de los leprosos. 

Padre Damián murió leproso el 15 de Abril de 1889. Fue enterrado junto a la Iglesia de Santa Filomena en Molokai, Hawai.

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