San
Apolinar fue el primer obispo de Ravena y él único mártir de dicha ciudad cuyo
nombre se conoce. Según las actas de su martirio, Apolinar nació en Antioquía,
donde fue discípulo de San Pedro, quien luego lo nombró obispo de Ravena.
El santo
además fue uno de los mártires más famosos en la Iglesia primitiva, y la gran
veneración que se le profesaba es el mejor testimonio de su santidad y espíritu
apostólico.
Debido a
las muchas conversiones que logró en su ciudad natal, el santo fue desterrado
por las autoridades; entonces San Apolinar fue a predicar a Bolonia, pero de
nuevo tuvo que partir al exilio y durante la travesía, naufragó en las costas
de Dalmacia, donde fue maltratado por predicar el Evangelio.
Apolinar
volvió tres veces a su sede, y otras tantas fue capturado, torturado y
desterrado nuevamente.
Vespasiano
publicó un decreto por el que condenaba al destierro a todos los cristianos.
San
Apolinar consiguió esconderse algún tiempo, pero fue descubierto por el pueblo
quien lo golpeó hasta dejarlo muerto.
San Pedro
Crisólogo, el más ilustre de los sucesores del santo, lo calificó de mártir, y
añadió que Dios preservó la vida de Apolinar durante largo tiempo para bien de
su iglesia, y no permitió que los perseguidores le quitasen la vida.
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