Este
santo nació en Roma en 1786. Era hijo de un capitán. Fue ordenado sacerdote en
1808. Pero en 1809 Napoleón puso preso al Sumo Pontífice Pío VII y entonces el
Padre Gaspar y todos los sacerdotes que permanecieron fieles al Papa, fueron
desterrados. En 1814, al ser derrotado Napoleón, pudo volver libre el Pontífice
a Roma y también el Padre Gaspar volvió a la ciudad eterna, y encontró que por
haber estado la ciudad varios años casi sin sacerdotes había muchísimo trabajo
que hacer en confesiones y predicaciones y en tratar de instruir a la juventud,
y se dedicó a ello con toda su energía y de tiempo completo.
Viendo que se
necesitaban fervorosos misioneros que predicaran de pueblo en pueblo y de
ciudad en ciudad, se propuso fundar una nueva comunidad religiosa: Los
Misioneros de la Preciosa Sangre. El Papa lo ayudó y lo animó y así pronto tuvo
ya un buen número de misioneros. El quería que las casas de su nueva comunidad
se fundaran en los barrios más pobres, más abandonados y más pervertidos de
cada ciudad.
Y empezó
por la ciudad de Nápoles que en ese tiempo era una verdadera guarida de
bandidos, donde nadie tenía la vida segura. El propio Sumo Pontífice le
recomendó que empezara por Nápoles, pues esa gente necesitaba mucho de la
conversión .Y las dificultades que se le presentaban eran extremas. Parecía que
Nuestro Señor lo estaba poniendo a prueba, pues apenas solucionaba una
dificultad le aparecían varias más. Sin embargo él, con una gran confianza en
Dios, logró reunir un buen número de sacerdotes y allá se fue a fundar casas de
misiones y obtuvieron grandes conversiones.
A sus
misioneros les recomendaba que trabajaran fuertemente, y que nunca se dieran
por vencidos a pesar de las dificultades y que no dejaran un solo día sin
instruirse más y más en nuestra santa religión. El y sus sacerdotes recorrían
pueblos y ciudades predicando el evangelio y la conversión. Aguantaban hambres,
fríos, persecuciones y pobreza, pero conseguían un gran número de conversiones,
con su predicación, su buen ejemplo y sus sacrificios.
Las
gentes al verlos tan mortificados y tan instruidos y al oírlos hablar con tanto
entusiasmo acerca de la conversión y de la salvación del alma se entusiasmaban
y cambiaban de modo de vivir y empezaban a ser mejores. El santo, que terminaba
cada misión terriblemente fatigado, les decía a sus amigos: ¿Si es tan bonito
trabajar por Nuestro Señor aquí en medio de tantas fatigas, cuánto más será
estar junto a El en el cielo donde no hay dolor ni cansancio?.
Por todas
partes por donde andaba predicando iba propagando la Adoración Nocturna: ese
dedicar una noche cada mes para pasar varias horas rezando ante el Santísimo
Sacramento.
Ya
bastante enfermo sufría muchísimo de sed por el calor y por la fiebre, pero
hacía el sacrificio de no tomar agua, para obtener con ese sufrimiento la
conversión de los pecadores. En invierno el frío lo hacía sufrir muchísimo pero
no tenía calefacción, porque el martirio del frío podía convertir pecadores.
Murió en Roma en 1836, y fueron tantos los milagros que se obtuvieron por su
intercesión, que el Sumo Pontífice lo declaró santo en 1954.
San
Gaspar: te encomendamos nuestras ciudades, especialmente aquellos barrios donde
hay más maldad, para que ruegues a Dios por ellos y consigas la conversión de
muchos pecadores.
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