Esta
costumbre tiene su origen en la celebración litúrgica de la fiesta de la
purificación y la presentación del Niño Dios al templo.
En tiempo
de Jesús, la ley prescribía en el Levítico que toda mujer debía presentarse en
el templo para purificarse a los cuarenta días que hubiese dado a luz. Si el
hijo nacido era varón, debía ser circuncidado a los ocho días y la madre
debería permanecer en su casa durante treinta y tres días más, purificándose a
través del recogimiento y la oración.
Ya que se
cumpliera la fecha, acudía en compañía de su esposo a las puertas del templo
para llevar una ofrenda: un cordero y una paloma o tórtola. Con respecto al
niño, todo primogénito debía ser consagrado al Señor, en recuerdo de los
primogénitos de Egipto que había salvado Dios. Lo mismo pasaba con los animales
primogénitos.
José y
María llevaron a Jesús al templo de Jerusalén. Como eran pobres, llevaron dos
palomas blancas. Al entrar al templo, el anciano Simeón, movido por el Espíritu
Santo, tomó en brazos a Jesús y lo bendijo diciendo que Él sería la luz que
iluminaría a los gentiles. Después, le dijo a María que una espada atravesaría
su alma, profetizando los sufrimientos que tendría que afrontar.
El día 2
de febrero de cada año, se recuerda esta presentación del Niño Jesús al templo,
llevando a alguna imagen del Niño Dios a presentar a la iglesia o parroquia.
También ese día, se recuerdan las palabras de Simeón, llevando candelas, velas
hechas de parafina pura a bendecir, las cuales simbolizan a Jesús como luz de
todos los hombres. De aquí viene el nombre de la “Fiesta de las candelas” o el
“Día de la Candelaria”.
En
México, se acostumbra que aquellos a quienes les tocó el muñeco de la rosca de
reyes, son los que deberán presentarlo en el templo el día de la Candelas. Para
esto, hay que vestirlo y engalanarlo. También, comprarle un trono para
sentarlo. En esta celebración se bendicen la imagen del Niño Dios y las
candelas, que representan la luz de Cristo en los hogares. Las velas benditas
se pueden prender cuando surjan las dificultades de la vida durante el año.
Esta
fiesta termina con una merienda familiar y de amigos, en la cual se sirven
tamales y atole de sabores y chocolate caliente.
Es una de
las muchas advocaciones, nombres de la
Virgen María. Tuvo su origen en Tenerife, una de las islas Canarias.
Según la
tradición, la Virgen se le apareció en 1392 a dos indios guanches que
pastoreaban su rebaño, quienes, al llegar a la boca de un barranco, notaron que
el ganado no avanzaba, como si algo impidiera seguir adelante. Para ver qué era
lo que pasaba, uno de los pastores avanzó y vio en lo alto de una peña una
imagen de madera como de un metro de alto de una mujer. Traía una vela en la
mano izquierda y cargaba a un niño en el brazo derecho. El niño llevaba en sus
manos un pajarito de oro.
Los
indios, como tenían prohibido hablar con mujeres que estuvieran solas, le
hicieron señas para que se apartara del camino. Como no les hacía caso, uno de
los indios tomó una piedra para lanzársela, pero el brazo se le paralizó. Su
compañero tomó la imagen e intentó romperla, pero en el intento, se cortó sus
propios dedos.
Los
indios corrieron a avisar al rey, quien de inmediato fue con todos sus guardias
al lugar del acontecimiento. Tomaron la figura y la llevaron a la casa del rey.
Los encargados de llevársela fueron los pastores que la encontraron, quienes al
instante de tomarla en sus manos, quedan curados del brazo uno y de los dedos,
el otro. Ante este milagro, el rey ordenó que todo el pueblo honrara a aquella
figura de mujer, a quien le llamaron “La Extranjera”.
Cuando la
gente se acercaba a Ella, se oían armonías celestiales, se percibían aromas
exquisitos y la imagen despedía una luz resplandeciente. Infundía en las
personas temor y respeto, pero ellos no sabían a quién representaba.
Años
después, los españoles conquistaron la isla de Lanzarote y soñaban con
conquistar la isla de Tenerife.
Es una
fiesta que podemos aprovechar para reflexionar acerca de la obediencia de María
y para agradecer a Jesús que haya venido a iluminar nuestros corazones en el
camino a nuestra salvación eterna.
En uno de
sus intentos de conquista, apresaron a un niño guanche y lo llevaron a
Lanzarote. Ahí lo bautizaron con el nombre de Antón, lo catequizaron y un
tiempo después, lo llevaron de regreso a su isla natal de Tenerife.
Antón fue
a la casa del rey a contarle todo lo que le había sucedido y el rey le dio permiso
de ver a La Extranjera.
Cuando
Antón la vio, se puso de rodillas y les dijo a todos que hicieran lo mismo. Les
explicó que aquella Señora, era la representación de la Virgen María cuando
llevaba a Jesús a presentar al templo. Le explicó que la Virgen María era la
Madre del Dios y de todos los hombres y que era una gran suerte tener ese gran
tesoro.
Antón le pidió al Rey permiso para buscar un lugar en el que todos la pudieran venerar. El Rey accedió y llevaron la imagen a la cueva de Achbinico, un templo subterráneo, que parecía una Iglesia natural. Antón cuidó por un tiempo de la Basílica. Alrededor de 1530, encargaron el Santuario a los padres dominicos que se les conocía como “Los frailes de la Virgen”.
Antón le pidió al Rey permiso para buscar un lugar en el que todos la pudieran venerar. El Rey accedió y llevaron la imagen a la cueva de Achbinico, un templo subterráneo, que parecía una Iglesia natural. Antón cuidó por un tiempo de la Basílica. Alrededor de 1530, encargaron el Santuario a los padres dominicos que se les conocía como “Los frailes de la Virgen”.
En
noviembre de 1826, una tormenta terrible azotó a la isla de Tenerife, llegando
al Santuario de la Virgen y las aguas se llevaron la Imagen. Se hizo todo por
tratar de recuperarla, pero no fue posible encontrarla. Los padres dominicos
acordaron mandar a hacer una imagen nueva. Así lo hicieron y en la festividad
del día 2 de Febrero de 1830, bendijeron la nueva imagen de Nuestra Señora de
la Candelaria.
Desde el año 1599 se nombró a la Virgen de la Candelaria patrona de todo el archipiélago canario. Su devoción se ha extendido por la península y por toda Hispanoamérica, principalmente por Venezuela.
Desde el año 1599 se nombró a la Virgen de la Candelaria patrona de todo el archipiélago canario. Su devoción se ha extendido por la península y por toda Hispanoamérica, principalmente por Venezuela.
Sus
milagros y favores son constantes. Cada año acuden a visitarla miles de
personas de todas clases sociales para darle gracias y pedirle beneficios.
En
México, en Tlacotalpan, en el Estado de Veracruz, tienen como patrona a la
Virgen de la Candelaria. Su traje es muy significativo: bajo el manto de azul
profundo, lleva un vestido blanco resplandeciente, bordado con motivos
vegetales y volutas flores y espigas de trigo grandes. La Virgen se encuentra
en la Iglesia y el día 2 de Febrero se acostumbra sacarla de la Iglesia,
cantarle las Mañanitas por la mañana y por la tarde, llevarla en procesión por
el río Papaloapan.
Tlacotalpan
es un lugar que se encuentra al margen izquierdo del río Papaloapan, que quiere
decir "río de mariposas".
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