Isabel Catez
Rolland, hija de Francisco José y de María, nació en Bourges, Francia, el 18 de
Julio de 1880.
Desde su más tierna
edad se distinguió por su temperamento apasionado, propenso a arrebatos de
cólera y de una sensibilidad exquisita.
Cuando contaba
siete años, perdió a su padre, lo que fue causa de su "conversión" y
de su cambio de carácter como fruto de su vida de ascesis y oración.
Aunque tomaba parte
en las fiestas y participaba en los compromisos sociales, fue siempre fiel a
sus promesas bautismales.
A los
14 años hizo voto de virginidad y a los 19 empezó a recibir las primeras
gracias místicas.
Estaba dotada de
gran talento musical y se ofreció a Dios como víctima por la salvación de
Francia.
El 2 de enero de
1901, a los 21 años de edad, ingresaba en el convento carmelitano de Dijon,
ciudad donde vivía con su familia.
Isabel -que en el
Carmelo se llamaría Sor Isabel de la Trinidad- se propuso como lema ser
"Alabanza de gloria de la Santísima Trinidad" y crecer de día en día
"en la carrera del amor a los Tres".
Vistió el hábito el
8 de diciembre de 1902 y el 11 de noviembre de 1903 saltaba de gozo al emitir
sus votos religiosos en la Orden del Carmen, a la que amaba con toda su alma.
Con su vida y su
doctrina -breve pero sólida- ha ejercido un gran influjo en la espiritualidad
de nuestros días, debido, sobre todo, a su experiencia trinitaria. Preciosas
son sus Elevaciones,
Retiros, Notas Espirituales y sus Cartas.
Corrió, voló, en el camino de la perfección y el 9
de noviembre de 1906 expiraba a causa de una úlcera de estómago.
En el capítulo
"El Carmelo escuela de santidad", recordamos
una bella anécdota entre el Cardenal Mercier y la M. Priora de Dijon, sobre
esta veloz carrera hacia la meta de la santidad de Sor Isabel de la Trinidad.
Fue beatificada por
el papa Juan Pablo II el 25.11.1984, fiesta de Cristo Rey.
Su fiesta se celebra el 8 de noviembre.
Su fiesta se celebra el 8 de noviembre.
Fue más su vida misma que su doctrina. Esta sólo en parte fue escrita por ella.
Sor Isabel es un alma interior que se transforma de día en día en el Misterio Trinitario.
El silencio, la
soledad, la oración contemplativa son la palestra que la disponen a ser dócil a
la voluntad divina, que cumple siempre y en todo a la mayor perfección.
Enamorada de Cristo, que es "su libro preferido", se eleva a la
Trinidad hasta que "Isabel desaparece, se pierde y se deja invadir por los
Tres".
"La Trinidad: aquí está
nuestra morada, nuestro hogar, la casa paterna de la que jamás debemos salir...
Me parece que he encontrado mi cielo en la tierra, puesto que el cielo es Dios
y Dios está en mi alma. El día que comprendí eso todo se iluminó para mí."
"Creer que un ser que se llama El Amor habita en nosotros en todo
instante del día y de la noche y que nos pide que vivamos en sociedad con El,
he aquí, os lo confío, lo que ha hecho de mi vida un cielo anticipado"
'Mi Esposo quiere que yo sea para El una humanidad adicional en la cual
El pueda seguir sufriendo para gloria del Padre y para ayudar a la Iglesia"
Amó profundamente su vocación carmelita y trató de
amar y de imitar a la "Janua coeíi", como llamaba a la Virgen
Purísima.
Murmurando casi
como en un canto "Voy a la luz, al amor, a la vida" Y
expiró.
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